domingo, 17 noviembre, 2024

De Ucrania a El Caribe, el ajedrez geopolítico de Putin

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Nahem Reyes
Nahem Reyes
Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela. Analista político

Tras el lanzamiento de la “doctrina Truman” en la primera de 1947, Estados Unidos y la entonces Unión Republicana Socialista Soviética (URSS), dominaban la a sus anchas la diplomacia mundial. Fueron los tiempos de la dinámica propia de la llamada “Guerra Fría”, la cual, terminó con el colapso de la URSS en 1989 durante la presidencia de Michael Gorbachov.

Los primeros años de la caída de la URSS, Rusia bajo el gobierno de Boris Yeltsin no fue que desapareció de la arena internacional, en realidad, sólo experimentó un repliegue, marcado por la pérdida de viejos dominios como los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia), a la que le siguieron justamente Ucrania, Georgia, Chechenia y más de una treintena de pequeños Estados que son llamados países “Ex URSS”, en su mayoría ubicados hacia el mar Báltico y Asia Menor.

Pero Rusia de Yeltsin, no estuvo desaparecida del todo, pues, tenía un poder nuclear con gran capacidad de daño, por lo que representaba una amenaza potencial a USA y el resto del mundo. Además es un miembro permanente y con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, por lo que Rusia no dejó a su ex rival con las manos totalmente libres frente al tablero mundial. Gracias a ello, Yeltsin logró obtener unas importantes ayudas financieras que le urgían a la Rusia, bien porque sus finanzas estaban menguadas, sus industrias obsoletas e improductivas, necesitaba recursos para insertarse bajo el modelo capitalista, así como también para enfrentar las guerras con sus ex aliados vecinos que reclamaban independencia.

El veterano y excomunista Yeltsin, quien gobernó la Federación Rusa desde 1991 hasta 1999, fue seguido por Vladimir Putin quien ha establecido una fuerte hegemonía en el país, incluyendo el breve paréntesis del gobierno títere de Dimitri Mendvedve (2008 – 2012). Básicamente, la era de Putin ha sido una suerte de retorno gradual de Rusia con un papel más activo y protagónico en la arena mundial, marcado con un estilo altamente agresivo, tras superar la fuerte crisis económica de la década de los noventa.

Uno de los primeros hitos de ese proceso fue la guerra de Georgia, donde Putin ordenó invadir el 2008, dejando una estela de sangre, destrucción y dolor a su paso, pero no todo quedó allí, también participa activamente en el conflicto sirio apoyando a Bashar Al-Assad y llegando su clímax el 2014 cuando Rusia impávidamente se anexionó Crimea ante una comunidad internacional prácticamente inútil.

Con ello, Rusia se consolidó, estaba de vuelta y convertida en un actor altamente poderoso dentro de la comunidad internacional, a lo que hay que sumarle su anclaje en las narices de USA durante la gestión de Obama, cuando Chávez abrió el país caribeño a un estrechamiento de relaciones diplomáticas, comerciales y hasta militares, con la venta de aviones Sukhoi, tanques T-90 y miles de fusiles de asalto tipo Kaláshnikov, sin contar el retorno con su viejo socio, el narco-régimen de La Habana. Además de haberse convertido en el proveedor fundamental de gas, nada más y nada menos que de la Unión Europea, con lo cual, anuló la capacidad de ésta de operar contra sus objetivos geopolíticos como Ucrania, por ejemplo.

De tal manera que lo que estamos observando hoy, no es algo nuevo, novedoso o improvisado, nada más alejado de la realidad. Se trata de la consolidación de una política exterior rusa que ante el descuido o desatención de Occidente, opta por un rol más activo y protagónico que evoca los tiempos de una Rusia gloriosa y poderosa iniciada ya en los tiempos de Catalina II. Justamente, esta reaparición de un Putin desafiante, ocurre luego que los últimos años Rusia haya visto eclipsada por el apogeo de China.

En medio de esta suerte de ocaso o parpadeo de la diplomacia rusa, Ucrania aprovechó para avanzar en su iniciativa de unirse a la Unión Europea e incluso a la OTAN, ambos proyectos consideraos inaceptables para el Kremlin, porque constituyen una amenaza a su seguridad. Evidentemente, Rusia no sólo está decidida a bloquear el proyecto ucraniano, Putin eleva la apuesta, la anexión del resto del territorio ucraniano, por ello amenazó con enviar tropas a Cuba y Venezuela, si la Unión Europea avanza en las conversaciones con el gobierno ucraniano. Washington, ha calificado de “fanfarronada” la reciente amenaza de Rusia, declaraciones que fueron emitidas en el marco de las conversaciones entre la OTAN y Rusia.

Para cerrar, sólo les puedo agregar, que las reuniones entre la OTAN y líderes militares rusos, son un diálogo entre sordos por lo que constituyen en un esfuerzo estéril por intentar detener la ocupación de Ucrania por parte de Rusia. Adicionalmente a ello, les recuerdo que toda guerra, tiene sus víctimas, si bien es cierto que es una guerra geopolítica, tendrá un saldo, muy seguramente en el futuro inmediato la muerte de Ucrania como República independiente, acción que tendrá lugar en el futuro inmediato, aprovechando el desconcierto reinante en la Casa Blanca con la administración de Biden y la debilidad de la Unión Europea. Además, le resulta menos nocivo a Occidente que Rusia se anexione Ucrania, que ésta establezca bases militares en pleno corazón de El Caribe, con lo cual, Putin le asestará un jaque mate.

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  • Nahem Reyes es doctor en Historia de la Universidad Católica Andrés Bello y miembro asociado del Centro de Estudios de América de la Universidad Central de Venezuela. Analista político

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