Se está acercando cada vez más la temporada de campaña electoral, esta vez, para las elecciones presidenciales 2023 en Paraguay. Todavía no se aclaran bien las candidaturas, algunas suenan más fuertes que otras, otros “candidatos” están hablando por hablar, para generar la conversación y publicitar sus nombres; analistas políticos empiezan a dar sus primeras opiniones al respecto, pero hay quienes somos ciudadanos que simplemente buscamos la verdadera diferencia y candidatos que no solo nos endulcen el oído y luego no cumplan promesas, hay quienes realmente estamos esperando el cambio, quienes queremos que se produzca un punto de inflexión en la política paraguaya y buscamos que se dejen atrás los discursitos populistas y políticamente correctos.
Esta vez quiero hablar en representación de una mayoría silenciosa, la que está a favor de la protección de la propiedad privada, de los derechos individuales y del libre mercado.
Especialmente después de una cuarentena, en donde han violado la privacidad y la libertad de la gente, necesitamos representantes de las ideas del pueblo y no quienes quieran dirigir las ideas del pueblo hacia un lado u otro. El próximo candidato que quiera obtener votos de personas que aman su libertad deberá defender sin tibieza los derechos fundamentales de vida, propiedad privada y, valga la redundancia, la libertad.
Pero no solo se trata de hablar y prometer, se trata de demostrar ya desde el primer momento (si es que ya no lo demuestra desde antes de lanzarse a candidato), la actitud de ser defensor de dichos derechos. Tuvo que haberse demostrado y tiene que demostrarse como un verdadero amante de su patria, defensor de la soberanía del Paraguay. No ser el típico vende patrias que se arrodilla ante entidades extranjeras que tienen la intención de entrometerse con nuestra Constitución Nacional.
En los próximos meses que se vienen de mucha campaña, invito a los ciudadanos a separarse de los colores y pensar en el verdadero bien. El verdadero ciudadano, el paraguayo “de a pie” se preocupa por tener un trabajo digno, por dar de comer a sus hijos, por su progreso individual que al final significa el progreso de la sociedad, el que vela por su libertad y no permite que le roben lo que tiene. A ése ciudadano es al que queremos ver representado, por lo tanto invito también a que tomemos fuerza como pueblo para hacer que aparezca alguien hable POR nosotros en los cargos de toma de decisiones y no tener a alguien que NOS hable. Porque las palabras hoy valen nada si no hay acciones que sean coherentes.
Otra invitación que quiero hacer es a no creer a ningún político y que recordemos que deben servir al pueblo y no servirse de él. Hemos sido muy tibios todo este tiempo, quejándonos en redes sociales, hablando “de boca para afuera” y discutiendo entre nosotros mientras los de arriba se burlan y la pasan bien. Un claro ejemplo ha sido la pandemia, en donde NUESTRO dinero de contribuyentes solo ha apoyado las fiestas de políticos, viajes de ocio, repartija de sueldos entre otras atrocidades. El sistema de salud viene colapsando desde hace tiempo, nos dieron migajas y nos hemos pasado viviendo de donaciones. ¿Qué pasó de los discursos de un Paraguay mejor? Muchos al fin y al cabo, de alguna u otra forma, han sido serviles a intereses personales y sometidos borregos del globalismo y sus agentes.
Invito a cuestionar más y no ser sumisos, a preguntar, a investigar, a reconocer cuando alguien hace mal, a reclamar y a criticar. Que suene la voz de quienes pagamos salarios y obtenemos absolutamente nada a cambio hoy en día. Necesitamos que se nos tenga en cuenta de una vez por todas y que progrese, no solo el discurso, sino las acciones libertarias y anti globalistas: defensa de la libertad, no someterse a nada que vaya en contra de nuestra integridad tanto como individuos como nación. ¿De vuelta queremos que unos pocos decidan hasta qué hora debemos estar por las calles? ¿De vuelta votaríamos por alguien que va a decidir quiénes son “trabajadores esenciales” y quiénes no? Creo que quien no piense que esto ha sido suficiente no tiene bien abiertos los ojos.
Es hora de dejar de decir “Apoyo este discurso” y decir ya desde ahora “Quiero este discurso y quiero que se cumpla”, sin la mano temblorosa y sin miedo a defender nuestra dignidad. No me canso de decir que es una lástima que muchos hayan olvidado el poder que tienen, que tenemos, que el papel del político debe ser de servidor del pueblo y no de aspiradora con complejos de inferioridad, mucho menos de ser títeres de patrones, porque personas así así no pueden liderar un país.
Buscamos y necesitamos ese discurso diferente, de alguien que no tenga miedo de hablar y que no busque beneficiarse sino que busque que el paraguayo de bien se beneficie y viva libremente sin restricciones, libre económica y socialmente.