martes, 05 noviembre, 2024

Un mal llamado Estado

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Guillermo Melgarejo
Guillermo Melgarejo
Abogado, Docente Universitario, Investigar Jurídico.

“Nuestro Enemigo el Estado”, se llama el libro de Albert Jay Nock, libro que les recomiendo a todos que lo lean, puesto que este libro publicado a principios del siglo pasado, habla del mal del estado dentro de una sociedad. Cada pais necesariamente debe tener un gobierno, un estado, un mal necesario, pero mal al fin.

El Estado en si, nos reprime, nos oprime y nos empobrece día a día, como por ejemplo, el Estado Paraguayo tiene 300 mil funcionarios públicos aproximadamente, que va en aumento, el arte de gobierno consiste en hacer tanto dinero como sea posible a partir de la desposesión de una clase social en favor de otra, y es simple ya que está desposesión recae sobre la clase media baja, y también recae sobre los contribuyentes, sobre el agro y la ganadería, con los impuestos, que sirven para engordar el estado, de esta manera podemos denominar a los políticos como una especie de clase social favorecida mediante el Estado.

El estado, siempre nos utiliza, ya que como ocurre en la realidad se puede apreciar que la pobreza y la mendicidad se convierten en una herramienta política permanente, en donde los candidatos van a esas zonas donde mas necesidad hay para hacer proselitismo, prometiendo hasta incluso subsidios o planes sociales para «AYUDAR» a los más necesitados, sabiendo que ese dinero es una desposesión de un grupo (Los que producen – contribuyentes) mediante altos impuestos.

Cito a Thomas Paine, que es el que establece la distinción entre sociedad y gobierno, ya que dice de que el Gobierno, incluso en su mejor Estado, no es sino un mal necesario, y en su peor estado, algo intolerable. Algo que en la segunda premisa, sucede en nuestro país, ya que somos nosotros lo que permitimos un Estado intolerable, un Estado grande, que nos constriñe, y no nos deja avanzar.

Lo ideal seria que no sigamos permitiendo que el estado que es un mal desde su construcción, saque la verdadera soberanía del poder a la ciudadanía. Esa soberanía que debe regir para todos, hombres, mujeres, ricos y pobres, sea cual sea la posición o el estatus de cada ciudadano, el estado mínimo es la solución para nuestros problemas, un estado pequeño, que no intervenga y que podamos ser verdaderamente libres, que en su máxima expresión solo nos pueda garantizar justicia y seguridad.

Es hora de entender, que el rol del Estado en la vida de cada habitante es un problema, todo lo que pasa por manos del estado, en sus intervenciones van en contra de la libertad individual, van en contra de la libertad económica y del desarrollo de las personas hasta inclusive del país.

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