Esta semana, como tantas otras, como todas las semanas en realidad, navegamos en un profundo mar de lágrimas de aquellos ofendidos, incapaces de valerse por sí mismos y de progresar sin la ayuda de su “papá”… el Estado.
Todo ese llanto se inició por una simple frase en redes sociales, dijeron que el socialismo es miseria y enseguida salieron todos los ofendidos a intentar refutar esa afirmación con las frases hechas que usualmente tienen a mano.
Una de las más trilladas fue la que reza, irónicamente, “que seguramente el capitalismo es abundancia”. Bueno, déjenme responderles y decirles que no es así, el capitalismo no siempre es abundancia; aunque siempre es oportunidad, la abundancia llega con ella si te esfuerzas lo suficiente.
Emma Lázaro, la poetisa que inmortalizó la esencia del capitalismo a los pies de la Estatua de la Libertad escribió: «¡Guardia, Viejo Mundo, tus esplendores de otra época!» proclama de sus labios cerrados. «Dame tu pobre, tu agotado, tus innumerables masas aspiran a vivir libres, el rechazo de tus orillas superpobladas, envíalos a mí, los desheredados, que la tormenta los traiga de vuelta. ¡Estoy poniendo mi luz sobre la puerta de oro!.
Y fue así, sin dudas que fue así y los Estados Unidos se convirtió para muchos (como se convirtió Paraguay para mi familia y para mí) en la meca de las oportunidades de progreso y libertad; un paraíso hospitalario donde si te esfuerzas lo suficiente, donde si tienes una idea y el coraje de trabajar por ella lograrás el progreso que todos anhelamos.
Si hubieras visitado la isla de Cuba hace 20 años y un niño hambreado y desalineado te lustraba los zapatos y volvieras hoy, te encontrarías con una adulto, hambreado y desalineado lustrándote los zapatos; ese niño que conociste hace 20 años sería hoy ese hombre, no hubiese podido salir de esa pobreza estructural que agobia a los cubanos. No importa cuánto hubiese batallado por eso. Eso es el socialismo.
El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.
Winston churchill
En cambio ¿Cómo les fue a quienes emigraron a Estados Unidos en busca de oportunidades? Do Won Chang, fundador de Forever 21, con una fortuna calculada en 3.100 millones de dólares, al llegar de Corea a los Estados Unidos en 1981 tuvo que tener 3 trabajos en simultaneo (Conserje, despachante de combustible y mozo en una cafetería) 3 años después, en 1984, abría la primera de las 480 tiendas que posee actualmente alrededor del mundo.
Ralph Lauren, no es inmigrante pero creció en un barrio pobre, en el Bronx neoyorkino; era empleado de una tienda cuando, finalmente, se decidió a romper el “molde” de las corbatas que entonces usaban los hombres y, sólo en el primer año, Lauren vendió 500.000 dólares. Hoy posee una fortuna neta de 6.300 millones de dólares.
Ejemplos sobran, son miles los ejemplos de cómo el capitalismo te da la oportunidad de crecer, de desarrollar tu potencial para tu propio beneficio. En el capitalismo, seamos empleados, comerciantes, productores o empresarios, trabajamos para nosotros mismos. Siempre que brindemos bienes o servicios a precios razonables, el público responderá y la ganancia de esa actividad será personal, incluso si lo que vendo es mi fuerza laboral a un empresario, porque en el capitalismo el beneficio es mutuo y voluntario, nadie me obliga a trabajar si no me conviene la paga y a nadie se obliga a contratar si la contraprestación laboral no condice con el costo.
En el socialismo esto no sucede, no importa cuál sea mi actividad, el fruto de ella nunca será mío y se lo llevará siempre el estado; haciendo que mientras yo permanezco -en el mejor de los escenarios- estancado en el mismo lugar, los “líderes de la revolución” viven en un paraíso socialista donde todos son iguales, aunque algunos sean más iguales que otros, ese “paraíso” estará forjado en la miseria del prójimo, no caigamos en la trampa.
