lunes, 23 diciembre, 2024

El estado de (des)derecho y la ley del mbarete

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Es impresionante como aplica el cuento del sapo en la olla a mis queridos hermanos y hermanas de esta nación paraguaya.

Aquel cuento enseña que, si a un sapo le colocas dentro de una olla con agua hirviendo, salta de inmediato por el calor, pero, y acá está el detalle, si le colocas dentro de una olla con agua a temperatura ambiente y la calientas paulatinamente, el sapo va ir adecuándose a la temperatura mientras está se eleva y al final, cuando ya el agua empieza a cocerlo vivo, el mismo no tiene fuerzas para saltar fuera de la olla para salvar la vida, por haber gastado su energía en adaptarse continuamente al incremento del calor, y así muerte de forma horrible y dolorosa.

En fin, es preocupante el paralelismo entre este cuento y las situaciones que vivimos a diario, donde amparados en determinados reclamos sociales, sectores se arrogan el dominio de facto del país, condicionando a toda la ciudadanía culpa de unas autoridades permisivas e ineficientes, desde la cabeza pero, por sobre todo, del ministro del interior cuyas nulas medidas al respecto nos hace preguntar si siquiera está en su agenda esta cuestión del paro de camioneros, suponemos que sí pero, ¿En qué sentido?.

Acá es donde nos permitimos dudar; dado que el ministro conforma parte del equipo del “Real” gobierno detrás de éste “Sin” gobierno y estado de (des)derecho, que nos presentan como mascara desgastada, de la que ya ni siquiera se puede esperar nada, pero que mantienen bajo la finalidad de seguir desprestigiando y socavando la imagen del partido colorado y seguir preparando el terreno con fricción social y descontento, llamando abiertamente al caos con el objetivo de tomar el poder por la fuerza o, al menos, crear la atmósfera adecuada e ir obteniendo las herramientas necesarias, leyes mediante, para mantenerse como la regencia oculta en las sombras.

Esto ya se vio con la quema de Colorado Roga, donde se permitió un incendio al respaldo del mutismo de la oposición e incluso su aprobación, sólo por el hecho de ir dirigido contra un color, desoyendo todo reclamo colorado, llegando incluso a considerar cómico el sufrimiento ajeno, demostrando una doble vara y discurso dependiendo de quien sea el perjudicado. Sin importar estados de derecho, igualdad o democracia.

Esto se nota más aún en el llamado continuo que hacen a la confrontación entre paraguayos, llamando a la violencia, bajo adagios como ANR nunca más y una mecánica de provocación a esa misma ANR, buscan encender la chispa, en este caso metafórica, para ser ellos las nuevas víctimas de darse una respuesta en el tono que buscan.

Con la maquinaria de la opinión publicada por un lado establecen como justo un discurso violento contra otros paraguayos, buscando respaldo popular para atacar a sus objetivos, y por el otro, usarán esa misma maquinaria para satanizar toda respuesta que puedan provocar, santificándose y vistiéndose de víctimas.

Mientras, los afectados, paraguayos de cualquier afiliación o sin ninguna, ciudadanos, trabajadores y comerciantes, empresarios y empresas, gente del interior y de capital, hoy se ven secuestrados en su propio país, sufriendo la ley del mbarete, que se legítima a través de leyes y acuerdos con el (des)gobierno, a más de la aprobación tácita de la gente, que adaptándose al calor, como el sapo, no sólo le espera morir de forma horrible y dolorosa, sino también ver a su prole encadenada a un sistema que no quisieron o supieron combatir.

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