martes, 05 noviembre, 2024

Traficantes del poder

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La fricción social, y su perpetuación, ya no se dan como al inicio de la catarsis y del despertar de la ciudadanía paraguaya, a través del cual el pueblo, de forma espontánea, demostró su hartazgo ante determinadas situaciones de la realidad social, su amor a la patria y su deseo de libertad, con manifestaciones respaldadas en el sentir de toda la nación; puesto que, ciertas facciones, utilizando el principio de Pareto, a quien cita Popper diciendo: “El arte de gobernar consiste en hallar la forma de sacar partido de dichos sentimientos (tales como nacionalismo, solidaridad, amor a la libertad, humanitarismo, etc.), sin desperdiciar las propias energías en vanos esfuerzos por destruirlos; con suma frecuencia el único efecto de esta última política es fortalecerlos”, esto según las palabras de Popper es: “Sacar partido de los sentimientos sin desperdiciar las propias energías en vanos esfuerzos por destruirlos” y continua diciendo: “Las ideas más caras a los humanitaritas frecuentemente han sido proclamadas a voz en cuello por sus mortales enemigos, quienes, de este modo, entraron disfrazados de amigos, provocando la desunión y confusión más completas”.

Esto se nota en el estilo de política que se va instaurado en el país, la cual es cada vez más una política de agresión e imposición, bajo la careta de una lucha por la justicia, la igualdad o cualquiera sea la denominación del supuesto ideal; cuando lo que se busca es, ley mediante, crear privilegios para un sector (cosa que a la larga tiende a generar monopolios, ciudadanos de primera y de segunda, a más de otras muchas situaciones nada venturosas ni ideales), esto patente con la reciente aparición de nueva fricciones, con cortes de rutas y manifestaciones, ocasionadas por los camioneros, y actualmente la federación de educadores, que se plegó al conflicto, cual pescador de río revuelto; cuyos líderes, aprovechándose muchas veces de aspiraciones justas o adversidades reales de sus representados, como los integrantes de una murga, se ponen una careta y un disfraz, y así, toscamente se abanderan de buscar el bien común y la democracia, queriendo imponer de este modo la visión parcial de los representantes de un sector, por medio de presiones que se muestran agresivas y violentas, en detrimento de la ciudadanía en general; puesto que los precios se elevan y el costo de vida junto con ellos, a más del desabastecimiento, descontento y las pérdidas económicas para miles de particulares, cientos de empresas y el comercio en general.

Traficantes del poder, lobos vestidos de corderos, que jamás presentaron proyectos de cambios estructurales o políticas a largo plazo, que busquen reemplazar a lo que consideremos malo de la gestión presente o de las pasadas, o incluso que pretendan construir una cultura cívica más avanzada, aprovechando la presión social para brindar y blindar determinados mecanismos de control al ciudadano para con sus autoridades, como asambleas ciudadanas departamentales permanentes, volviendo a la gente contralora de sus gobernantes, en pos de hacer efectivas a futuro las garantías constitucionales para todos los ciudadanos, en vez de tener que recurrir al extremo del hastío generalizado, es decir, no tener que llegar a la miseria colectiva para unirnos; unirnos, pero sin saber que buscar para mejorar, sólo sabiendo que es lo que ya no deseamos más, cayendo en lo mismo bajo otro nombre por lo general; en vez de ello replican el descontento y lo utilizan sin cesar, sin miras, ni intención, de solución alguna encontrar, solo como moneda de cambio para el poder de facto alcanzar; en vez de más libertad para el ciudadano, pretenden esclavizarlo aún más, y como diría el himno nacional, no es unas cadenas por otras cambiar.

Esto nos lleva a la conclusión de que, necesariamente, se articuló una estructura comandada por agendas políticas y sus intereses, inserta dentro de un discurso o relato principal y generalizado, que presentan como síntesis de la crítica social, uno que siempre dice ser manifestación del sentir del pueblo y su búsqueda por la felicidad de la mayoría, aunque solo sea de forma superficial y falaz, al cual sellaron y reclamaron como suyo, elevándola como expresión única y verdadera de la crítica social.

Siendo así, y con ello, al haber sido tomado por intereses superpuestos, estos mecanismos de presión o control social de la ciudadanía, que fueran utilizados por ésta para poder expresarse y reafirmarse como verdadera soberana frente a la autoridad; ahora son utilizados por actores del sistema, que se arrogan la representación del total del pueblo, para atacar supuestas desigualdades o impulsar agendas o reclamos, con apariencia de justos, pero caballos de Troya en la realidad, obligando por asalto a legitimar sus acciones e imponer proyectos, infestando y desacreditando al gobierno nominal, a más de doblegar a la política en general, dado que son ellos quienes gobiernan en las sombras, copando todos los niveles del poder, desconociendo sus propios cuestionamientos, esto gracias a su férreo monopolio y control de la crítica social, llamando al silencio a su maquinaria de opinólogos e incitadores a sueldo, o apuntándolos al objetivo o enemigo designado, exhortando a desconocer el estado de derecho, los derechos de terceros, recurriendo incluso a la violencia, para conquistar sus disque justos reclamos; actores que pretenden, a través de engaños y manipulación, canalizar e incluso provocar y dirigir el sentimiento, tanto de descontento en general, como de amor a la patria, o de la justa indignación de la juventud que busca un país mejor, sin distingo de color, como el sentimiento de desesperación de aquella gente más vulnerable y necesitada, que clama a gritos soluciones, que dichos actores no pretenden responder más allá de promesas falsas y ocultos itinerarios, dirigiéndolos hacia a un sinfín de levantamientos sociales, provocados por sectores interesados en adueñarse del poder, para ir creando leyes preferenciales, comisiones de control, prohibiciones y trabas, que insumirán nuevos gastos, funcionariado y burocracia, para entorpecer la iniciativa privada y el mercado, pero reafirmando el autoritarismo clientelar al que somos tan afectos, obstruyendo el desarrollo, pero por supuesto, bajo denominaciones que incluyan hermosas intenciones y venturosos futuros tanto para los realmente afectados, el país en general, como para, y principalmente, las actividades que se pretenden atar a la voluntad de unos pocos, creando nuevos zares con sus territorios y rubros asegurados, con el respaldo del poder y la autoridad.

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