lunes, 23 diciembre, 2024

Gareca: “Hay una influencia europea en el fútbol que no nos sirve”

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Ricardo Gareca está en Córdoba, de visita a sus nietos, después de la Copa América de Brasil en la que terminó cuarto con Perú. A los 63 años, y con el logro de haberle dado la clasificación a un Mundial (Rusia 2018) después de 36 años, se mantiene en juego. En un punto, aún es el flaco que empezó a jugar a la pelota en el Club Juvencia de Tapiales, a donde también iba a los bailes. Y el que, más adelante, ganó cuatro títulos como entrenador de Vélez, el club del que es hincha. “En el fútbol -dice- ganás un montón de cosas, pero también perdés otras”. Ahora, Gareca habla de la relación futbolista-entrenador, del secreto de perdurar, del avance del fútbol europeo en Sudamérica y del “protagonismo excesivo” de los técnicos.

-¿Cómo se convence a un futbolista?

-El futbolista, como todas las personas, va creyendo en la medida en que la persona que quiera convencerlo tenga argumentos. No podés convencer sólo desde la palabra, desde el habla, sino también desde los hechos. De nada sirve motivar, estar convencido de algo, si después no se plasma en el rendimiento y en el resultado. A partir de ahí, los futbolistas van creyendo.

-¿Es clave saber la historia de vida de cada futbolista?

-Tenés que conocer a la gente que tenés. Si es un jugador que en su infancia consumió permanentemente violencia o maltrato o no está bien formado culturalmente, necesitás tener esa información como conductor de grupo para poder dar una indicación o saber de qué manera tratarlo. Hay jugadores a los que se les puede sacar mucho, y si no tenemos ese conocimiento, es difícil llegarle o entrarle. No sólo es una relación laboral la de técnico-jugador, sino un acercamiento más profundo que te permite no sólo desarrollar al profesional, sino a la persona. El jugador debe observar que uno es confiable cuando habla cosas privadas. Hay jugadores a los que se les puede exigir todo el tiempo y no hay problema, y otros con los que hay que tener cuidado con lo que se les exige.

-¿Cuál es el secreto para perdurar y ser competitivo?

-Estar vigente, por sobre todas las cosas. Estar actualizado en el trato con las personas, en tu cuerpo técnico. Creo mucho en la juventud. Es lo mismo que con el trato con los hijos: se actualizan formas de pensar, de hablar, la tecnología. Se sigue vigente en la medida de que uno se actualiza, de que ve los cambios que se producen. La misma dinámica se da en el campo de juego. Si estás presente y actualizado, estás vigente.

-En Perú trabajás con un coach, con un psicólogo y crearon un área de ciencias aplicadas al fútbol.

-Son herramientas que surgen. Áreas, como el coach o la psicología, que las incorporás. Y, a partir de ahí, se genera un cuerpo técnico amplio. Hay más ayudantes de campo y preparadores físicos, se individualizan trabajos con jugadores. Con Néstor Bonillo, el preparador físico, mandamos a hacer antropometrías a toda la liga local para ver cuál es el perfil del jugador peruano. Necesitamos eficiencia técnica, táctica y física. No tenemos un biotipo. Tenemos centrales de 1.78 y 1.85. Son implementos que tienen que ver con el conocimiento exhaustivo para centrarse en aquellos jugadores que podés tener en cuenta y que reúnen el nivel técnico y físico para una selección nacional, que no es para todo el mundo.

-¿Por qué dijiste que “el fútbol sudamericano está destruido”?

-El fútbol sudamericano va perdiendo eficacia porque a través del tiempo perdió fuerza y cotización. Hay una influencia demasiado europea, por lo que se ve y se recibe de información. Los chicos tienen más información de Europa que del medio local. El fútbol sudamericano, que es tan glorioso, está muy influenciado por Europa. Nunca pasó así. Y esa influencia llega a los técnicos y, sobre todo, a lo formativo. Entonces, características típicas del fútbol sudamericano, como el talento y la habilidad, ya en las infantiles no se ven, porque se juega a dos toques, todo muy esquematizado, porque los técnicos orientan hacia una manera de jugar que les priva la creatividad. El sudamericano que tenía rasgos particulares se fue europeizando. Y a los europeos, por el contrario, lo que les faltaba, el talento y la habilidad, se lo fueron llevando con jugadores cada vez más jóvenes. Hay una influencia europea desde lo futbolístico que no nos conviene. Y no sólo hablo de Argentina, sino también de Brasil. Sumado a eso, los europeos son capaces de robarte un chico a los 12 años. Todo apunta a que crezca el fútbol europeo, que no cambia: se potencia. Y el sudamericano se debilita cada vez más. Esto debe ser motivo de análisis de todos: dirigentes, técnicos, periodistas.

-“Cuando un jugador regresa de Europa se dice que está más maduro, más formado. El jugador sigue siendo el mismo, lo que ocurre es que lo miran con otros ojos”, dijiste en 1985. ¿Lo mantenés?

-Le cuesta aguantar al jugador que viene de Europa cuando regresa a Sudamérica. No se adapta tan rápido. La parte física hoy está a la par en el mundo. Todo se equiparó. En la década del 50 y 60, cuando Argentina iba a Europa, se pensaba que comieran lo que comieran, no había problemas. Y en Europa se encontraba con otra realidad porque desde el aspecto físico eran muy fuertes. Hoy ya no es un problema. Lo que no puede perder el fútbol sudamericano son los rasgos, las características, que es lo que lleva a los europeos a contratar jugadores sudamericanos. ¿Cuáles son los mejores jugadores del mundo? ¿Messi y Neymar? Son sudamericanos.

-¿El fútbol es sólo resultados?

-Sí… La pregunta, la inquietud, esconde una trampa. El fútbol siempre va a ser resultados. ¿Cómo te sostenés sin resultados? Ahora, ¿el resultado final es el título? No. Si lo queremos hacer exitista, sí, pero no. También hay grandes campañas que no tuvieron títulos y son buenos resultados que se sostienen por trabajos coherentes. Pero nada se sostiene si no hay un resultado final, que no significa sí o sí ganar un título, sino buenas producciones. Nadie llega a obtener nada si no hay algo que se está haciendo bien. Es difícil ganar algo sin jugar bien.

-¿Muchas veces perdiste la cabeza?

-Como futbolista y como entrenador. Eso me llevó a estar más tranquilo con los años. Como futbolista estuve un año y pico sin jugar por suspensión, en Boca. Como técnico, en Universitario de Perú, me suspendieron y no podía ni siquiera ir a dar indicaciones al vestuario en el entretiempo. Fueron seis fechas. Después, solamente me expulsaron una vez en un Racing-Vélez. Pero no me extralimité. Trato de estar lo más tranquilo posible. Cuando las cosas van mal, trato de buscar cosas positivas porque eso forja el carácter. Cuando las cosas van mal, se tiende a la crítica hacia los jugadores, pero aun en situaciones así siempre hay cosas buenas en un partido. Así le saqué mejores dividendos a los grupos.

-En mayo, cuando el gobierno de Perú ofreció vacunar primero a los jugadores de la selección, dijiste que había que priorizar a otras personas. ¿Qué lugar ocupa el fútbol en la sociedad?

-A nosotros, a los técnicos, se nos da un protagonismo excesivo. Somos importantes en confeccionar un grupo y armar un equipo, pero ese es el rol. El protagonismo es de los jugadores, que entran al campo de juego y resuelven, más allá del trabajo de la semana. El fútbol es un espectáculo. Ha adquirido otros matices. No son sólo opiniones futbolísticas, sino personales. A partir de ser figuras importantes, se mira cómo se mueven en lo social. Estamos demasiado expuestos. Muchas veces depende de la característica de cada uno. Hay algunos que se exponen más que otros.

-¿A qué lugares impensados te llevó el fútbol?

-El fútbol te arrastra a situaciones como no hablar en tu casa. De pronto, es algo importante que tenés que tener en cuenta: no todo se tiene que trasladar a la casa. Llegar a una situación en la que la bronca de lo acumulado en el partido la traslado con mi esposa o mis hijos, está mal. No tienen la culpa. Ese enojo se traslada a la parte personal, y hay que tener cuidado. Aún hoy lo sigo trabajando, porque después te encontrás en situaciones complicadas. Decís: “¿Hasta dónde le sigo dando importancia a un resultado?”. Hay que tener límites, sobre todo en esta profesión.

-En este último tiempo, ¿hubo alguna novedad táctica?

-Veo a los equipos cada vez más cortos. A lo mejor ahora empiezan a estar un poquito más largos, porque es más abarcativo. Estar corto te hace estar en el límite o por delante de quedar sin coberturas. Es muy típico europeo. Uno percibe que con el correr del tiempo eso favorece a los grandes delanteros, sobre todo a los potentes que tienen habilidad y creatividad, como Mbappé y Halland. Jugar de la misma manera que juegan todos es muy arriesgado. La influencia de salir jugando de abajo a veces ronda también lo inusual: hay equipos que ni siquiera cruzan la mitad de la cancha con tal de salir jugando. Le roban la pelota, no generan una situación de gol, no pueden cruzar la mitad, y eso se aprueba. Hasta esa picardía ha perdido el sudamericano. Si el sudamericano algo tenía era picardía, lo que no significa estar fuera del reglamento. La picardía es la lectura del juego. Si ni siquiera cruzás la mitad de cancha porque tenés una presión alta, cruzala con un saque largo y ganá la segunda pelota así podés arrimarte más al arco contrario. ¿Qué jugador del fútbol argentino se destaca hoy por la habilidad? La habilidad era muy nuestra. Antes había más de uno en cada década. Argentina era formador de talentos, de números 10, jugadores creativos. Hoy esa raza de jugadores está desapareciendo, porque se juega a dos toques, no se les da tiempo para pensar y meter en segundos esa pelota de gol. Lo mismo con los wines habilidosos y encaradores, porque en lo formativo cada vez se trabaja menos la habilidad y el regate, el dribbling. Hay poca paciencia. Se les dice: “A un toque, a dos, juegue simple”. Eso atenta contra la creatividad del futbolista sudamericano.

-Desde que sos entrenador de Perú, hubo siete presidentes en ese país.

-Creo en la continuidad. Es un orgullo sostenerme. A veces me ha costado, no porque no quiera, sino porque deciden otras personas. A veces he tomado decisiones intempestivas, malas decisiones, y he aprendido con los años a respetar los contratos. A enfocarme. Si arreglo un contrato es para mantenerme enfocado y solucionar los problemas que se presenten.

-¿Vas a dirigir hasta los 70 años?

-No sé, ojalá que sean más y no sean menos, pero no sé. Estará relacionado con la vigencia, lo actualizado y los resultados. Y también con el deseo. A lo mejor puedo estar así pero no tengo ganas de dirigir. Con un equipo de trabajo competitivo, bien de salud y de la cabeza, puedo dirigir hasta los 70. Pero esta profesión es cambiante. Prefiero vivir lo que surja.

Roberto Parrottino – Tiempo Argentino

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