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Generación degenerada

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Año tras año los judíos celebramos el Pesaj, la pascua original que también celebró Cristo en la última cena. Cuando eso ya había pasado muchísimo tiempo del episodio que dio inicio a la historia de la nación israelita. Del Pesaj celebrado por Jesús con sus discípulos también ha pasado mucho tiempo.

No es una conmemoración alegre sino más bien solemne. Pesaj del hebreo «el paso», se refiere precisamente al paso del ángel de la muerte que llevaba la misma presencia de Dios para matar todo primogénito, humano y animal en toda la tierra de Egipto. Fue la última de las 10 plagas. Terrible.

Luego comenzó la peregrinación de los judíos a la tan mentada tierra prometida donde llegaron después de errar cuarenta años por el desierto. Siempre pensé en los rigores que le toco soportar a esa primera generación de esta nación.

Ah! Se me olvidaba el pequeño detalle de la partición de las aguas del mar Rojo para que pasen los hebreos, las cuales, volvieron a cerrarse cuando intentaron pasar los egipcios con su faraón a la cabeza para dar caza nuevamente al reciente liberado pueblo esclavo. Se ahogaron todos.

Tocando el tema de los muchos tiempos y de aquellos lados, muy mucho tiempo también pasó desde que nació el faraón Tutankamon, quien, hasta hace no mucho tiempo, daba vueltas por el mundo en avión. En su tumba, claro, célebre tumba, la más célebre de todas. ¿Por qué? Por todo lo que se encontró en ella. No voy a hacer una lista de los 2000 objetos preciosos, solo a los 600 kilos en piezas de plata, más de media tonelada, y 1,200 kilos de oro, o sea, más de una tonelada!!

Enorme cantidad, desde luego, pero más importa saber que esos kilos de oro y plata datan del año 1323 antes de Cristo, en el que se calcula murió el rey Tut y están intactos!

El oro y la plata son el sello divino que certifica la veracidad de la verdadera historia valga la redundancia.

Aun no se encontraron las 400 monedas de plata con las cuales Abraham compró la cueva de Macpela para enterrar a su esposa Sara. Seguramente porque el vendedor las gastó, pero han de estar por ahí. No obstante, en Israel no pasa mucho tiempo entre cada descubrimiento que certifican la legitimidad de las historias bíblicas. Libro que recomiendo al respecto es el de Werner Keller: «Y LA BIBLIA TENÍA RAZÓN».

«Deseables son más que el oro, y mas que mucho oro refinado…», se refiere a los juicios de Jehová (Salmo 19:10)

La generación degenerada que es esta, te quiere convencer que la Biblia es un libro viejo de cuentos de una pequeña y atrasada sociedad rural que habitó en el medio oriente en la zona de Palestina. Sobre todo el zurdaje y los progres de mierda.

Para esta generación, es más importante que la gente crea el cuento de los dinosaurios y la fantasía que el hombre llegó a la luna. Y aun así, en el improbable caso que sean ciertos, me importa un carajo, no afecta mi vida ni debería afectar la de ustedes. ¿O acaso compraste un boleto a la Luna en los 80 para irte en el Challenger tipo con el 30 a Luque?

¿O pensas que Barney es un personaje inspirado en un dinosaurio alegre que existió hace millones de años?

Dejate de joder! Diría José Luis Chilavert.

Estas historias se fabrican justamente para confundir los tiempos e introducir la bolaterapia de los millones de años! Y le dicen ciencia!

De cualquier manera, así como el oro y la plata perduran en el tiempo, así también perduran las distintas historias que en sus tiempos fueron selladas con estos metales preciosos, los dineros de Dios, los verdaderos.

Entonces, hoy le toca a esta generación la plaga china, el bicho que salió de Wuhan porque un murciélago le dio un beso al pangolin, dirin din din!

¿No será a la vez un castigo por tanta idolatría? Idolatría a la pseudo ciencia médico-farmacéutica, al Estado, a los animales, a la madre tierra? ¿A las mentiras del cambio climático y el calentamiento global? Al ramerío hollywoodense y ni qué decir el mediático? Al degenero propiamente dicho y altivez de este colectivo inmundo de invertidos con su repugnante proselitismo?  

Soportó esta generación degenerada hasta ahora los rigores de la plandemia; los encierros y la distancia social y de los seres queridos, la perdida de trabajo, la escasez de recursos, la depresión económica y emocional. La vejación de la dignidad en cuanto a la pérdida de familiares sin poder hacer la debida despedida que cada credo exige a través de sus ritos.

La tibieza ante un gobierno que mostró un horno crematorio en el cual supuestamente iba a incinerar cadáveres de compatriotas muertos por el bicho. La corrupción galopante de la casta política criminal y los abusos a nuestros derechos. Esto en el plano local.

Soporta además, esta generación degenerada, la censura y la persecución a lo que cura, persecución a quienes no callan la verdad ante tanta mentira ya que solo el que no quiere no ve. Además están los idiotas incurables por doquier que pululan a nuestro alrededor como abono principal de toda esta situación.

Esta generación degenerada, en gran parte, será juzgada, por su mal trato y desprecio hacia Israel, por su maldad e hipocresía que obnubila su razón y condena a una nación del tamaño del departamento de Caaguazú que desde su nacimiento pelea permanentemente por subsistir contra todos los enemigos que le rodean, es la lucha de David contra Goliath sin parar hace 73 años. Ya verán, olivos silvestres, el juicio de Jehová.

Finalmente, la mayor de las ofensas al Creador, la falta de fe, cuya Palabra y Promesas subsisten como el oro y la plata y se cumplen, trascienden los tiempos y están siempre ahí.

La falta total de fe de esta generación degenerada llena de curas putos y pedófilos que no la pueden transmitir, y el más degenerado de todos, el papanata curepa este, que en vez de predicar la fe, solicita la universalización de las vacunación.

Así como este pueblo, el paraguayo, lleno de remedios naturales que da su tierra y frutos sus árboles, incluso en la capital, donde el paíno será concejal, se puede hacer una vida frugal comiendo de la recolección de los árboles. Solo unos días de frío donde abunda el sol y los días cálidos, sin embargo, hay más farmacias que iglesias. Las gentes cacarean con supina ignorancia, lloran, suplican a los hechiceros de este siglo, que se les ponga la vacuna sin saber qué carajo les inoculan aunque a estas alturas ya es harto evidente para todo aquel que quiera ver. De la plandemia del bicho a la pandemia de las vacunas. Está comenzando, como ovejas al matadero, pero en este caso van voluntariamente quizas creyendo que se van a salvar, por su carencia de fe e ignorancia, porque entregaron su mente y cuerpo al dios de este siglo quien tiene diseminada sus huestes en el mundo; los médicos.

Concluyamos por donde empezamos. ¿Sabían ustedes que los hebreos liderados por Moisés estaban en frente de la tierra prometida luego de solo dos años de su partida de Egipto? ¿Y si hubieran querido hubieran entrado?

¿Que los atajó? La razón y la democracia a consecuencia de su falta de fe a pesar de todo lo que vieron y vivieron de la poderosa mano del Señor. Ante la Asamblea convocada por Moisés, el dictamen en mayoría de los 12 espías enviados para auscultar la tierra a ser invadida, fue negativo, pesimista. Dieron fe que era una tierra de frutos hermosos en la cual ciertamente fluía leche y miel, pero estaba poblada por grandes pueblos, incluso uno de gigantes, ciudades amuralladas hasta el cielo y gentes con pertrechos de guerra imposibles de derrotar con un ejército sin experiencia. Sin embargo, el dictamen en minoría, con solo 2 votos contra 10, el de Josué y Caleb, si bien admitieron todo lo que relataron sus colegas espías, no estaban de acuerdo en que no podían derrotar a todos esos pueblos que habitaban la tierra de Canaán. Alegaron que la victoria era segura con el respaldo del Dios de Israel. La Asamblea, en forma unánime, influida totalmente por el dictamen en mayoría de los espías, votó en contra del ingreso a la tierra.

De ahí tuvieron que pasar 38 años de errar en círculos por el desierto hasta que muera toda la generación criada en la esclavitud para que entre la generación formada en libertad.

Ni Moisés entró, pero su asistente Josué comandó la conquista de la tierra prometida.
Hay veces que la razón y ni qué decir la democracia, no son las opciones correctas si no la fe.

Shabatt Shalom

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