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China comunista, un dragón que devora a sus aliados

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Desde el inicio de la pandemia, personeros vinculados a la izquierda local (periodistas, empresarios y organizaciones pseudo académicas) han intensificado sus campañas pro relaciones diplomáticas con la China comunista sin considerar las verdaderas consecuencias de esas relaciones.

Con la excusa del comercio y las “supuestas” donaciones, atacan de manera inmisericorde a nuestro tradicional aliado, amigo y benefactor… Taiwán.

Con discursos grandilocuentes, pero vacíos, los personeros de la izquierda hablan de los miles y miles de millones de dólares que la China comunista “invierte” en sus aliados pero, cuando se da seguimiento a estos acuerdos bilaterales firmados con quienes abandonaron sus relaciones diplomáticas con Taiwán nos encontramos con que la izquierda, una vez más, mintió.

Lo primero que hay que saber es que China comunista no ayuda, no dona… presta. Por ejemplo: la República del Chad, Senegal y Malawi le debían a China, al 2016, la friolera de 6.600 millones de dólares, algo que generaba entonces y sigue generando aun hoy, una pesada carga financiera a las arcas públicas de esas naciones.

Otro aspecto igual o más importante a considerar es que China comunista es un bravucón, y no le avergüenza ni un poco comportarse como tal, entonces, ese bravucón no necesita cumplir su palabra una vez logrado el objetivo primordial de sacar del medio a Taiwán.

Todos y cada uno de los proyectos prometidos a sus nuevos socios están, al día de hoy, suspendidos, demorados o cancelados; y la modalidad empleada por China para hacerlo es bastante perversa, ellos prometen, firman y, al momento de concretar los proyectos de infraestructura, estos se encuentran con trabas legales relacionadas con el medio ambiente. Es decir, China comunista les impone a los países la modificación de sus leyes de protección ambiental si es que quieren que los proyectos se lleven a cabo. ¿Ejemplos? Les dejo uno: Costa Rica en 2016 anunció unilateralmente la cancelación de un proyecto de ampliación de la refinería de petróleo en Moín, debido a que la implementación del proyecto en las condiciones impuestas por China violaban la legislación nacional en materia de medio ambiente.

Otros de los problemas que presentan quienes hacen negocios “chinos”, es el desbalance comercial, mientras China comunista inunda los mercados con productos manufacturados con mano de obra esclava, destruye las industrias locales por la imposibilidad de estos de competir en términos de costo.

Un ejemplo claro del déficit comercial que producen las relaciones con China es el de República Dominicana. Las importaciones dominicanas de la República Popular China superaron sus exportaciones a la República Popular China en todos los años excepto en 2009, el año de la crisis financiera mundial; en algunos de esos años, esas importaciones fueron hasta 22 veces mayores que las exportaciones. 

En 2019, el año posterior al reconocimiento dominicano de la República Popular China, las exportaciones dominicanas a la República Popular China aumentaron de 153 a 411 millones de dólares pero, en los años posteriores este monto cayó a 252 millones. Por el contrario, las importaciones dominicanas de productos chinos crecieron de manera constante tanto antes como después del reconocimiento diplomático, pasando de 3.370 millones en 2018 a 4170 millones de dólares en 2020.

No importa si queremos o no reconocer el estatus que tenemos en el concierto mundial, no es ese el punto, la realidad se termina imponiendo siempre, y la realidad es que somos un país “chico”, con una economía insignificante para los parámetros de la China comunista, relacionarnos con ellos es meter la cabeza en la boca misma de ese dragón que va por el mundo devorando las naciones a su paso.

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