Día tras día vemos en medios y redes sociales como el gobierno de Mario Abdo rechaza vacunar a extranjeros residentes en nuestro país siendo que pagan impuestos, pagaron por esas vacunas y seguramente pagarán los créditos con los que se van a ir ustedes a vivir a Miami.
Más allá de seguramente violar todo tipo de acuerdos internacionales, debe entender el señor presidente y su ministro de salud, Julio Borba, que lo que hacen no es humano, no es ético y no es propio de hombres de buenas costumbres.
Por otro lado, que estas acciones se difundan ponen en peligro todos los beneficios que reciben los paraguayos alrededor del mundo. Basados en el principio de reciprocidad pregunto: ¿Si mañana el hospital Garraham decide dejar de atender a los compatriotas que concurren a ese hospital, podríamos enojarnos? ¿Si las escuelas de Clorinda le cierran las puertas a los niños paraguayos, podríamos plantear una queja?
Póngase pícaro señor presidente, usted preside un gobierno que vive de la dádiva de las demás naciones, atender a extranjeros no sólo es una obligación moral, sería una estrategia política para poder seguir usando el disfraz de mendigo con el que se lo identifica en el plano internacional.