Independientemente de las consideraciones que cada uno de nosotros pueda hacer de los actores de los hechos más relevantes de las últimas 24 horas, todos debemos coincidir que hay algo que está mal… muy mal.
Cuando la persona víctima de un hecho delictivo no nos cae en gracia, festejamos el hecho, sin darnos cuenta del daño que estamos causando al entramado social. Naturalizar acciones delictivas no es, nunca, un buen camino.
Primero naturalizamos algunos robos por los autores tenían hambre, después naturalizamos un incendio porque el dueño es un ladrón, ahora naturalizamos la extorsión por que la víctima es esto o aquello.
En “Las huellas del rencor” el filósofo y escritor Santiago Kovadloff analiza la división social y política que provocó la naturalización del delito por parte de un grupo político (El kirchernismo), y habla del tiempo que va a llevar recomponer el tejido social.
Cumplir las leyes no debe ser una opción, no debemos nosotros elegir que ley cumplir y que ley pasar por alto. El cumplimiento de la ley, en nuestro país, debe dejar de ser vista como la imposición de una conducta arbitraria, y debe ser asumida como una conducta consensuada, caso contrario, estaremos condenados al eterno fracaso como sociedad.