viernes, 22 noviembre, 2024

¿Para qué carajo sirve el Estado?

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Solo para perjudicar, es toda una fachada para robar, solo basta observar y aceptar. Es un saqueo permanente a la gente por parte de las organizaciones criminales que conforman el Gobierno y, sin embargo, ésta sigue mirando al Estado como sacro. Algo así como cuando ven a los curas con el hábito y a pesar de todas las inmundicias que se esconden debajo, se siguen confesando.

Es realmente notable la chatura en el pensamiento paraguayo y la manera pusilánime de aceptar lo que hay. «¿Por algo está ahí verdad?» Y a otra cosa.

Pregunto, siendo el Estado un ente que sólo perjudica a la población en general, ¿Cual es la institución que más daño causa? Qué van a saber! Han de pensar que la peor es la mejor! El Banco Central, por ejemplo. Hasta ahí.

Ahora bien, víctimas del saqueo… hasta que les toca saquear a ellos. Recordemos la definición de Bastiat del Estado: “Es la gran ficción donde todo el mundo trata de vivir a expensas del otro”. ¡voilà monsieur! No se equivocó un ápice.

¿Entonces? ¿Qué hacemos? ¿Tomamos mate o cogemos? ¡No hay yerba señor! ¿Qué tal si comenzamos a llamar a las cosas por su nombre?

«Solo quisiera que la gente reconociera las cosas como son de verdad. Quisiera que entendiera los impuestos como robo, los políticos como ladrones y todo el aparato y burocracia del Estado como una estructura de protección, una empresa similar a la Mafia, solo que mucho más grande y peligrosa. En resumen, quisiera que odiaran el Estado. Si todos creyeran e hicieran esto, entonces, todo el poder del Estado se desvanecería casi instantáneamente.» Hans Hermann Hoppe, autor de «Democracia, el dios fallido».

¿Y si dejamos de depender tanto del Estado y nos concentramos en depender más de nosotros, combatiendo a la vez a quienes piden soluciones para sus vidas por parte del Estado? Dejemos de darle fuelle a este monstruo!

«Los pueblos que esperan la felicidad de la mano de sus gobiernos esperan algo contrario a la naturaleza, la riqueza de las naciones es obra de las naciones, no de sus gobiernos». Todo esto lo escribió Juan Bautista Alberdi en el siglo XIX. Una de las calles principales del centro de Asunción lleva su nombre y nadie puta sabe esto. Que desperdicio, que ignorancia!

Ya lo dijo el profeta Oseas: «Mi pueblo pereció porque le faltó conocimiento», ni lo duden, éste ya está perimido. Pero dale que dale con exigir permanentemente al Estado que cumpla con sus roles, fantasía de nunca acabar que hace girar la noria sin parar para estar siempre en el mismo lugar. Es que en verdad no lo puede hacer y si lo hace lo hace muy mal, Alberdi nuevamente: «No hay peor agricultor, peor comerciante, peor fabricante que el gobierno».

Una última, ¿Se acuerdan lo del Banco Central? «La reforma de un banco de Estado es imposible. No hay más que un medio para reformarlo; es suprimirlo». También lo dijo Juan Bautista. ¿Qué van a saber ustedes?

Hablando de llamar a las cosas por su nombre, ¿Qué tal si al MSPBS en vez de Ministerio de Salud se le llama Ministerio de la Enfermedad? ¿Y al de Educación Ministerio de la mala educación? ¿Se dan cuenta cómo cambia radicalmente la cosa? Además es verdad. Solo cabe un tipo de reforma con ellos: suprimirlos. No puede el árbol malo dar buenos frutos, y este no fue Alberdi si no Jesús.

El Estado es un árbol malo que solo puede dar malos frutos y aquí se insiste en regarlo para que de buenos frutos. Se le está pidiendo literalmente peras al olmo y toda la historia paraguaya demuestra que queremos otro resultado yendo por el mismo camino, eso es de insanos dijo Albert Einstein.

Es tan tierno como les escribo, porque merecen ser vehementemente puteados por no ser capaces de pensar más allá de los conceptos habituales que definen al Estado, estado de confusión, Estado hipertrofiado. Vamos a discutir más adelante si hay razón de ser de un Estado y con qué dimensiones. Puede que sí, porque aún el árbol malo puede dar sombra al mediodía.

El Estado Paraguayo

Un mamarracho, una construcción que se le viene agregando partes sin ningún tipo de plano ni criterio. Un adefesio cual una construcción horripilante que golpea la vista y descompone el paisaje. Crece hacia arriba y a los costados, con remiendos, conforme se vayan agregando nuevos espacios para el saqueo, hasta para la rapiña como lo es claramente la SeNaBiCo.

A esta cosa, llamada Estado, el paraguayo le pide salud, educación, trabajo, cualquier cosa, e insiste. Eso es ser idiota.

Si bien Marito es la mierda más grande que nos tocó soportar hasta ahora como Jefe de Estado, jefe de la gavilla, cambiarlo a él y toda la bosta que tiene detrás no resuelve el problema de fondo.

Por eso, antes de putear tanto contra el turquito, mírense ustedes y vean de qué manera están contribuyendo a este Estado de cosas.

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