Vivimos en el mundo del porqué y del para qué de las Fake News. Si recurrís a la prensa, cada Medio tiene su postura y cada periodista es agente de su opinión, todo es políticamente correcto y moralmente incorrecto, porque «eso vende más». Es aún peor si las fake news se divulgan por WhatsApp, Twitter o Facebook: «si es fake, es más creíble y a la gente eso le encanta».
¿Te llegó una información en WhatsApp y no podés creer? Buscás información sobre esa noticia y no encontrás nada, ni el origen, porque solo son opiniones.
Ocurrió con el virus y las vacunas, cuando todavía los estudios científicos no estaban acabados, la prensa mercenaria ya adelantaba cuál era la mejor vacuna sin aun haberse terminado los controles, y nadie podía cuestionarlos.
El NEW YORK TIMES mintió diciendo que los seguidores de Trump mataron a un policía en el Congreso durante las protestas, pero a ellos se les permite de todo. También publicaron que hubo «4 muertos» en los disturbios del Capitolio donde se acusó falsamente a Trump y a sus seguidores de haber iniciado una «insurrección».
La única persona muerta fue una mujer asesinada por la policía dentro del Congreso, a quien la mataron totalmente sin sentido. La prensa mercenaria no solo se quedó callada y dejo su muerte impune, sino que elaboró mayores engaños sobre ese horrendo incidente.
La Justicia ha prevalecido frente a la mentira instaurada en el segundo Juicio Político a Donald Trump y una de las causas fue justamente las noticias falsas del supuesto asalto mortal de sus partidarios al Capitolio, donde sesiona el Congreso de los Estados Unidos.
La prensa mercenaria, incluso ante los hechos (o quizás precisamente por los hechos), intenta tergiversar la realidad. Acusa a uno de los crímenes de otro. Minimiza y agranda de acuerdo a los intereses de su narrativa, o sencilla y directamente miente sobre los hechos.
El globalismo está maquillado, como los traidores siempre están disfrazados, no entienden cómo jugar limpio o no saben manejar el juego con inteligencia sin escupir al cielo y que el rebote les manche.
Los opositores los observan con el respiro y la postura en el papel protagónico de «los chicos buenos y cada vez más fuertes», mirando a Paraguay silenciosamente desde su vidriera imaginaria convertida en “Argenzuela”.
Así como los eventos que se desarrollan en Estados Unidos, en Paraguay también se proyectan las mismas sombras y estamos, por ende, ante las mismas amenazas.
Si no estás de acuerdo con mis palabras, yo defenderé a muerte tu derecho a hacerlo. Eso es lo que quiero, LIBERTAD en todo sentido; en la economía y en el crecimiento de cada uno de los paraguayos.
Quiero que despertemos y no me disculpo por ello. Mucha gente me amará por lo que soy y mucha gente me odiará por la misma razón.
Quiero gritar alguna vez: «¡Viva la Justicia y viva la Libertad en Paraguay!»