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El futuro llegó… hace rato

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La dictadura global ya está aquí, ya nos fue impuesta por la elite político – financiera y no, no los hicieron como solía hacerlo, con bombas, tanques y violentos golpes de Estado, esta vez fuimos nosotros quienes les abrimos las puertas de lo más sagrado… nuestras mentes.

No nos dimos cuenta y dejamos que nos convencieran de que la estúpida corrección política era el mejor camino a un mundo mejor y, finalmente, se cargaron bajo ese lema al otrora hombre más poderoso del planeta, el presidente de los Estados Unidos.

Durante décadas nos fueron adoctrinando, nos dieron una batalla cultural y nosotros (la sociedad) como borregos que somos nunca dijimos basta. Nos uniformaron ideológicamente, no se permitió más disentir con las ideas y se tildó a quien osara hacerlo de conspiranoico o loco, hoy ese mimso rebaño aplaude que un presidente sea silenciado, que empresas sean amenazadas para que no brinden el espacio a una persona para que pueda opinar. Independientemente de tu visión de lo que dice, tiene que decirlo y, si eventualmente comente un delito debe ser juzgado por la justicia, no por un empresario. Siglos de historia de lucha para conquistar libertades, millones de mártires de esa causa hoy fueron olvidados, somos autómatas que repetimos un discurso que, créanme, en el fondo no compartimos; nadie en su sano juicio puede festejar la pérdida de libertades de muchos en manos de pocos y, a la misma vez, esgrimir discursos de corrección política condenando las masacres que a diario vemos en el mundo.

La modalidad no es nueva, ya se usó a lo largo de la historia: Las etiquetas. Eras cristiano en el antiguo imperio romano, eras judío en la Alemania nazi; ahora, en nuestros tiempos… las etiquetas son negacionista, fascista, conspiranico, machista, patriarcal opresor, racista y una larga lista de etcéteras que te endosarán si se te ocurre tener un criterio propio y, como segundo paso, te violentarán como lo hemos visto en cada una de las “espontáneas manifestaciones” de los últimos tiempos. Como nadie quiere ser violentado, te proteges con el “manto” de la corrección política y comienzas a ignorar todo aquello que no te perjudique en forma directa; en otras palabras, juegas (aunque sea involuntariamente) en el equipo del opresor.

¿No crees que sea así? ¿Cuántas muertes violentas hay al año en el mundo? Cientos de miles, pero solo una es subvencionada por corporaciones para que la manada haga lo que tenga que hacer y de ese modo sacar a quien pretenda interferir.

Cuando vengan por nuestras libertades, y lo harán, nos vamos a arrepentir, porque si permitimos que lo hicieran con un nombre poderoso, con nosotros que no somos nadie en este esquema de poder, ni se van a molestar en dar a conocer nuestra verdad.

Los tribunales de justicia son obsoletos, ya no se usan, la justicia moral la imparte un pequeño grupo de personas sentadas en una oficina jugando a conquistar el mundo y nuestras libertades. Sus reglas son ahora LAS REGLAS y nadie pude discutirlo sin correr el riesgo de ser un paria planetario. Las leyes de los estados ya no cuentan, las constituciones ya no sirven y todo lo que importa son las “condiciones” impuestas por una página web.

El futuro llegó… hace rato

ND

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