Reprimir, de acuerdo a la definición enciclopédica es la acción de contener, detener o castigar, por lo general desde el poder y con el uso de la violencia, actuaciones políticas o sociales. Desde la izquierda, de unas décadas a esta parte, han criminalizado la palabra represión, como lo han hecho con muchas otras porque de eso viven, de las posverdades.
De esta forma, con las posverdades, la izquierda alrededor del globo, haciendo hincapié en las emociones antes que en las realidades, ha distorsionado de manera deliberada la opinión pública. Han llevado al mundo hasta un punto donde las contrastaciones empíricas ya no importan; lo único que importa al momento de construir “la nueva sociedad” son las emociones y lo que cada uno de ellos cree que es la verdad.
Ayer, el diario última Hora se hizo eco de un informe de CODEHUPY y tituló un artículo como “En 2022 recrudeció la política represiva hacia los campesinos” y destacó que “el Estado solo da respuestas cada vez más violentas y punitivas”.
Nunca, en medio de las disparatadas afirmaciones reconoce que estas respuestas “violentas y punitivas” responden a la comisión de delitos (toma de tierras) por parte de los campesinos.
No descubriremos la pólvora si afirmamos que muy probablemente las tierras estén mal distribuidas, si acaso tomáramos como válidas las premisas que plantean desde organismos como CODEHUPY, pero no es el punto que nos ocupa.
En otro pasaje, siempre haciendo referencia al informe realizado por Lis García y Abel García, en UH destacan que “El fortalecimiento de una política represiva sigue siendo la respuesta estatal a la problemática de la tierra”. Y me pregunto, ¿Cuál debe ser la respuesta del Estado ante la comisión de un delito? ¿Pedirles amablemente que se retiren? ¿Y si se resisten?
¿Hay un problema con la tierra? Sí, lo hay; como lo hay también con la generación de nuevos empleos, con la inflación y con muchos otros temas. Los problemas son una constante en las sociedades al igual que la búsqueda de soluciones, la comisión de delitos no es una de esas soluciones.
¿Queremos solucionar los problemas? Busquemos soluciones por medio del consenso; pero para eso, lo primero es llamar a las cosas por su nombre: