Las recientes declaraciones del Embajador de la Unión Europea (que no es un Estado Nación Soberano y por ende, no sabríamos por qué debería dársele el tratamiento de «Embajador») en el programa del dizque periodista Luis Bareiro nos dan la pauta de que, como de costumbre, los liberal-progresistas paraguayos están «vendiendo pescado podrido a la población», una vez más.
Sí es cierto que la Unión Europea no impone nada a los currículos educativos del país al que hace sus donaciones, ¿por qué la misma Ley hablan largo y tendido sobre los «objetivos» que deben trazarse para recibirse las donaciones?
¿Por qué existen «Anexos» en los que se detalla largo y tendido cuáles son las políticas educativas impulsadas por la Unión Europea?
De todas maneras, la cuestión es todavía más simple de lo que parece. Los liberal-progresistas afirman que la donación de la Unión Europea será destinada para «meriendas y kits escolares» (siendo que ninguna sola línea de la Ley derogada en Diputados dice esto de manera explícita y clara). Esta versión surgió «ex nihilo» cuando la candidata progresista Eugenia Peroni (Partido Encuentro Nacional) hizo una lacrimógena y emocional intervención mientras se debatía en Audiencia Pública en el Congreso sobre el asunto.
Pero bueno. Tomemos por cierto lo que dice Peroni (que es esgrimido como nuevo argumento surgido «por generación espontánea» en defensa del dinero de la Unión Europea, sin que haya sustento alguno para validarlo).
Pues bien. Entonces la solución sería más que fácil. Se redacta una «Nueva Ley», se la hace bien sencilla como Dios manda (nos diría el senador romano Tácito que «el país menos corrupto es el que menos leyes necesita») y en ella se puede utilizar seis párrafos. Sólo seis, bien claros, exactos y precisos. Hasta doy el ejemplo aquí:
Artículo 01: El dinero de la donación de la Unión Europea para la «Transformación Educativa» se utilizará única y exclusivamente para garantizar el acceso de los niños de poblaciones vulnerables a nutrición, sea esta llamada «desayuno» o «merienda escolar».
Art. 2- En caso de necesidad, el dinero de la donación de la Unión Europea será utilizado para la adquisición de materiales educativos, sean estos llamados «kits escolares» u otra denominación que tengan. Estos materiales educativos serán supervisados por las Asociaciones de Padres de Familia de cada municipio.
Art. 3- El dinero de la donación de la Unión Europea será administrado exclusivamente como parte del Presupuesto General de la Nación a través del FONACIDE. Su gestión quedará a cargo del MEC por medio de los diferentes municipios de la República. Los municipios estarán obligados a presentar una meticulosa rendición de cuentas sobre la administración de las donaciones que hayan recibido.
Art. 4- Ninguna sola oenegé, sea nacional o extranjera, tocará un solo centavo (o guaraní) de las donaciones.
Art. 5- Se insiste con el artículo 4, vuelva a leerse y releerse. Gracias.
Art. 6- Ninguna transformación educativa se hará utilizándose leyes, terminologías o conceptos que no están taxativamente definidos por la Constitución Nacional del Paraguay. Se considerará como nulo y de total nulidad cualquier intento que atente contra la Constitución Nacional. Archívese y notifíquese por los medios correspondientes luego de dar forma a la presente ley.
Es solo un ejemplo. Supongo que sí se hace esto (o algo parecido) todo el mundo estará feliz y muy feliz como diría Xuxa. ¿Verdad?
Ah… Claro… Allí se caerían las máscaras y las caretas. Porque las oenegés van a dejar de tocar plata… Y la Unión Europea tampoco lo va a aceptar porque se les va a caer el relato de que ellos «no quieren hacer imposiciones ideológicas».
¿Apostamos? Anímense, tomen esta sugerencia. Dejen taxativa y claramente escrito lo que estoy señalando aquí. Allí veremos quiénes son los que mienten y quiénes son los que venden «pescado podrido». Porque estoy seguro que ninguno de los «provida» se opondrá a que ese dinero sea destinado única y exclusivamente a merienda y kits escolares a través de los municipios. Pero ¿qué dirán la Unión Europea y los «oenegeseros»?
Cuentas claras, amigos. ¿A ver sí se animan?