El hambre china por materias primas y el desequilibrio de la balanza comercial con Pekín están levantando ampollas en América Latina.
La mina de oro de Mayaya, en el norte de la capital boliviana de La Paz, opera sin parar. Aquí, cerca del río Kaka, se extrae oro las 24 horas del día, explotado por cooperativas bolivianas. Pero detrás de ella están en realidad los propietarios chinos, según la prensa local. El balance medioambiental es catastrófico, hay informes de que se violan los derechos de los mineros.
«El saqueo del oro boliviano: empresas chinas se esconden tras cooperativas mineras», titula el diario boliviano El Deber. El ansia de China por las materias primas se cuestiona cada vez más en Bolivia: «Los chinos se llevan todo y no dejan nada para el pueblo, pero el Gobierno no dice nada», dijo al periódico un hombre que no quiso revelar su identidad.
El mercurio envenena a los indígenas bolivianos
Según el Centro de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), los habitantes de cinco pueblos indígenas que viven en el Parque Nacional Madidi tienen niveles tóxicos de mercurio en sus cuerpos. Se presume que son víctimas de la contaminación provocada por el mercurio usado para extraer oro. Los indígenas se estarían intoxicando a través del consumo de pescado.
«Es un desastre», dice a DW el escritor, periodista y experto en América Latina y China Juan Pablo Cardenal, actualmente en Taiwán. «A los chinos no les importan los daños ambientales, sociales y laborales de sus proyectos, y los países receptores tampoco revisan los proyectos chinos», asegura.
Mientras en China la opinión pública no se entera del problema, en América Latina crecen las críticas al hambre de Pekín por las materias primas y la producción de alimentos.
China, el gran depredador de los mares en América Latina
A más tardar, desde que Ecuador detuvo el barco chino Fu Yuang Yu Leng 999 con 300 toneladas de pescado, incluyendo 6.620 tiburones, hace cinco años, en 2017, la preocupación de que China está depredando en los mares de América Latina.
Países como Perú, y más tarde Chile y Ecuador, decidieron hacer transparentes sus datos del Vessel Monitoring System, (VMS), que provienen de un sistema automatizado de seguimiento por satélite de los buques pesqueros.
La organización ecologista Global Fishing Watch comenzó entonces a controlar la flota de calamar en 2019. «Los países querían obtener más información sobre los movimientos y la ubicación de los buques de pesca de altura que normalmente operan cerca de sus zonas económicas exclusivas», explica la organización a DW.
Ahora se sabe que la pesca del calamar en las costas sudamericanas está completamente en manos de China. El 98,7 por ciento de la flota de calamares que navegó en aguas internacionales frente a la costa de Sudamérica en 2021 tenía bandera china.
Los pescadores locales se ven impotentes ante el poderío de la flota pesquera china. Sus buques ya no hacen escala en puertos de Centroamérica o Suramérica y «los transbordos en alta mar son prácticamente imposibles de controlar», agrega otra organización ecologista, Greenpeace.
Argentina busca equiparar la balanza comercial con China
En Argentina, el presidente Alberto Fernández y su ministro de Economía, Sergio Massa, le han pedido a Pekín equilibrar esas «relaciones muy desiguales», reporta el diario Clarín.
El déficit comercial de Argentina con China ronda los ocho mil millones de dólares anuales. El total acumulado desde 2013 hasta la fecha alcanza los 57.000 millones de dólares. Esto, a su vez, equivale a la deuda externa de Argentina. Por ello, Fernández y Massa buscan una vía para reordenar una relación comercial «de la que hasta ahora sólo se ha beneficiado China».
DW