Después de la masacre de Tiananmén de 1989 en plena Era de Deng Xioping, donde miles de jóvenes universitarios apoyados por otros miles de civiles que únicamente exigían libertad, fueron brutalmente asesinados con armamento de guerra ante la inacción total de la comunidad internacional. Las cifras de los asesinados jamás se publicaron, aunque extraoficialmente se habla de al menos 10.000 muertos.
Después de esta histórica protesta en las postrimerías de la Guerra Fría, China no volvió a experimentar manifestación ni contra alguna problemática social ni contra el gobierno, pues, la “estabilidad” se apalanca a sangre y fuego desde los tiempos de tirano Mao Zedong en 1949.
El sistema represivo del gobierno chino le permite esconder su voraz corrupción, violaciones sistemáticas y crímenes contra los derechos humanos de poblaciones enteras, manipulación artificial del sistema financiero, un precario sistema de salud sobre todo en áreas rurales y una educación igualmente deficiente y asimétrica. Sobre la base de ese contexto, el gobierno de Xi Jinping instauró la política de “covid cero” para combatir la pandemia del virus de Wuhan.
Luego de tres años de pandemia y que en términos generales la vida en el mundo ha vuelto a lo normalidad, el gobierno de Xi Jinping mantiene los inhumanos confinamientos masivos, igualmente perjudicial en términos económicos, pues, implica la paralización forzada de las actividades productivas de millones de personas con simultaneidad en varias ciudades, que a la postre, se ha traducido en escasez de alimentos y hasta hambrunas puntualizadas.
La activación de estas históricas protestas, las primeras luego de 33 años de los sangrientos hechos de Tiananmen, tuvo lugar el pasado jueves cuando el incendio de un edificio en Urumqi, capital de la provincia de Xinjiang, al noroeste de China. Prácticamente, tanto los policías como los bomberos no pudieron hacer mucho, pues, las vallas y los bloqueos de acceso hacia el edificio como consecuencia del protocolo de confinamiento, impidieron sofocar el fuego y rescatar las personas, lo cual, el fatal incendio dejó un saldo de 10 fallecidos.
Las autoridades chinas, como habitualmente hacen, propalaron un informe donde señalaban que la causa de muerte fue por “inhalación humos tóxicos” que lo acompañaron de varias mentiras, aseguraban que las personas fallecieron por “falta de conocimiento y habilidades de los residentes para ponerse a salvo”. La versión oficial en franca oposición de la realidad, pues, por las redes circuló la captura de campaña de la notificación oficial por WeChat de la imposición del confinamiento de los vecinos.
Esta fue la gota que rebasó el vaso, pese a las heladas temperaturas (- 12 °C) del jueves por la noche, miles de personas salieron a manifestar su rechazo a la política “covid cero” y exigir el fin de los confinamientos selectivos. Pronto, estos eventos comenzaron a circular por las redes sociales chinas, teniendo como efecto su rápidamente replicación de tales manifestaciones en al menos seis ciudades más, a lo que se suman manifestaciones en el exterior en ciudades como Tokio, París y Londres.
Inicialmente con carteles u hojas de papel en blanco para expresar la censura, pero más tarde se incorporaron otros elementos a la protesta como: “renuncia Xi Jinping”, “abajo el partido comunista”, “democracia y libertad”. En crudo, se trata de una batería muy heterodoxa de reclamaciones que sin duda son el despertar de una sociedad históricamente condenada a vivir bajo la tiranía comunista y privada por décadas de la libertad, pese a los absurdos comentarios de Klaus Schwab, Director del Foro Económico Mundial, quien nuevamente reiteró que “China es el modelo a seguir”.
La reacción de Beijing, no podía ser otra, el gobierno anunció “mantener la política de covid cero mientras las ventajas superen los inconvenientes”. Entre tanto, las autoridades chinas bloquean y sancionan la difusión de las informaciones sobre las protestas, confiscan celulares a las personas y la represión se aplica con brutalidad, hasta dos corresponsales internacionales han sido detenidos, uno de Suiza y el inglés de la BBC de Londres, que según Zhao Lijian, portavoz de la cancillería china, estos periodistas no siguieron la normativa.
En fin, seguramente, Xi Jinping con la habitual y sanguinaria represión, logrará sortear estas protestas, pero el evidentemente el gen de la libertad está presente en la sociedad china y tarde o temprano pondrá en jaque a la tiranía del Partido Comunista Chino (PCCh), sin duda, un factor sorpresivo e inesperado para los burócratas de la tiranía china.