Sin un estudio pormenorizado de la situación financiera real del IPS, sin una auditoría ni informe de Contraloría sobre el destino de los recursos concedidos durante la emergencia sanitaria y a pesar de la serie de argumentos técnicos, financieros y jurídicos de no aprobar un préstamo al Instituto de Previsión Social (IPS), el Senado finalmente sancionó el proyecto de ley promovido por el Diputado oficialista Arnaldo Samaniego (¿Samaniego? ¿IPS? ¡Bingo!), que tiene como objetivo honrar los compromisos del Instituto, pagar la deuda a los proveedores, por valor de unos US$ 240 millones.
El proyecto de Ley habilita, faculta a la previsional a contraer préstamos con entidades financieras, en teoría, para pagar deuda a proveedores de medicamentos. Parte del lobbie en el parlamento fue asustar al rollo diciendo que si no se aprobaba, IPS podría dejar de abastecer medicamentos e insumos a corto plazo por falta de pago.
No quiero ser uno más en discutir lo que todos: el riesgo de los fondos jubilatorios. No voy extenderme sobre eso pues ya hay muchos haciéndolo y se torna repetitivo y redundante. No quiero con ello minimizar la cuestión ni mucho menos, sino simplemente mencionar que el Fondo de Jubilaciones ES LA GARANTÍA. Claramente no es posible poner al hospital central como garantía, por ejemplo, por ser un bien de uso, por ello la garantía es Fondo de Jubilaciones, es el dinero del Fondo de Pensiones. No tengan dudas.
Ocurre que el Art. 95 de la Constitución Nacional dice que los fondos de pensiones se usan solo para pagar pensiones, por lo cual su utilización con otro fin, es inconstitucional. Además de ser inconstitucional, se está endeudando a largo plazo a un presupuesto de ejecución anual de corto plazo, lo que resulta absolutamente ilógico. Estos pagos a proveedores debieron ser realizados con dinero del ejercicio, pero como son una manga de inoperantes ineficientes, no tienen la liquidez suficiente.
Imposible no sospechar que parte del dinero irá parar a los distintos circuitos electorales, ¿o no?
Sigamos y verán al final de éste artículo si la sospecha es fundada o no.
El Estado tiene una deuda con la previsional que asciende a US$ 570 millones y ello nos obliga hacernos una gran pregunta, pese a que jamás será respondida: ¿por qué no la salda? ¿Acaso tuvo problema o se excusó de pagar a los sanatorios privados en pandemia, por ejemplo, millones y millones? ¿Por qué no a IPS?
Olvidémonos de la posibilidad de veto del presidente, más allá de todas las razones y argumentos y pese a la solicitud por escrito de los representes de la Federación de Jubilados y de todas las asociaciones que están inscritas en el IPS. El presidente es parte interesada, es promotor y ya anunció la promulgación.
Finalmente, aunque parezca broma, los doscientos cuarenta millones no son el problema mayor. El problema mayor es la peligrosa puerta que se acaba de abrir a los millones que vendrán y por ella saldrán. Esta es sólo una rendija.
Quiero hacer un análisis rápido y reflexivo sobre la cuestión, para darle una «rosca» (hablando de rosca) más de tuerca a esta situación porque considero importante que debamos empezar a sincerarnos y llamar las cosas por su nombre.
Aquí lo que hay es un esquema absolutamente perverso y antipatriótico, lleva años y ha servido para alimentar a las diferentes administraciones y también a empresarios, sectores y proveedores.
Expongo la perversidad:
- Por un lado, IPS tiene mucha plata (MUCHA), ¡tiene superávit! Tanta plata que hasta le ha permitido prestársela a una telefónica. ¿De dónde tiene mucha plata? De la previsional, de los Fondos Jubilatorios.
- Por otro lado, IPS tiene un sistema de prestación de salud deficitario.
- El sistema de prestación de salud no puede hacer uso ni tocar los fondos del sistema previsional de jubilaciones, por disposición Constitucional primero que todo. Es antijurídico e ilegal la utilización de los fondos jubilatorios para otro fin, y si se lo utiliza finalmente como garantía, se comete una ilegalidad, una inconstitucionalidad. Por ello, sí están en riesgo los fondos, porque son la garantía para los préstamos.
Pero aquí viene la jugada magistral: como hay una cuestión legal, jurídica que impide mezclar en forma directa las dos cajas de un mismo instituto, el IPS, “nos vemos forzados a acudir a préstamos”. del sistema financiero, de la banca. Aprovechando que somos clientes del banco, que tenemos allí depositados nuestros fondos jubilatorios, le pedimos dinero prestado. Y como para el banco el dinero es dinero y nada tiene que ver con si se mezclan o no los fondos de IPS, nos presta encantado el dinero.
Hete aquí que por los fondos jubilatorios que tenemos depositados, el banco nos paga 7% de interés. Por el préstamo que nos hace el banco, pagamos ¡22%! Hay un 15% de diferencia ¿no? ¡BINGO, SE HIZO LA LUZ! Allí tienen la explicación de por qué se piden y otorgan préstamos. Hay un 15%, que no tengan dudas, irá a parar a circuitos electorales.
Conclusión: como IPS no puede mezclar sus dos cajas, “las mezcla” a través del sistema financiero bajo el manto y aspecto de legalidad. Y así, el banco nos está prestando un dinero que es nuestro, y estamos pagando 15% de pérdida por acceder al mismo.
No hay dos IPS, es una institución. Una institución que debe rever su esquema de trabajo debe ser administrado por sus aportantes y no por el Ejecutivo. No es posible que el estado siga siendo su mayor deudor y encima desangren al instituto con licitaciones amañadas y juegos financieros bajo el manto de legalidad.
Es necesario e imperativo rever su sistema de capitalización, su sistema de cobertura, su sistema de prestación de salud, en base a números reales sin separar las cajas cuando conviene. Y para ello se requiere un patriotismo que no han demostrado tener.
IPS no está en riesgo de quebrar, IPS YA QUEBRÓ. Y su quiebra se produce desde el momento en que no es capaz de brindar el servicio de salud para el cual cobra aportes. Aún no ha quebrado financieramente, pero ¿para qué querés dinero para tu jubilación si no tenés asegurada una asistencia en salud que te permita en alguna medida llegar a viejo?
Lo que está para asistirnos termina significando un quebranto y no puede permitirse ni un solo día más. Porque no hay derecho y hay obligación.
RECUERDEN: Los doscientos cuarenta millones no son el problema mayor. El problema mayor es la peligrosa puerta que se acaba de abrir a los millones que vendrán y por ella saldrán. Esta es sólo una rendija.