Era una tarde calurosa en Foz, corría el año 2002, llegó Lino Oviedo a mi refugio, se encontraba extrañamente cabizbajo, callado, no terminó de sentarse en un sofa de mi habitación cuando le pregunté: «¿Que sucede general?» Levantó la cabeza y buscó un punto neutro donde mirar y dijo: «Es que no somos nada», había regresado de un viaje a Curitiba invitado por el gobernador Roberto Reqiuao. «¿A que se refiere?» pregunté. «Al presupuesto del Estado de Paraná» respondió, «es cinco veces más que el de Paraguay».
Su amigo el gobernador le mostró las arcas del Estado paranaense y Oviedo se habrá sentido muy pequeño. Le hablé de Israel para animarle, que solo tiene el tamaño de Caaguazú y es una potencia mundial en varios rubros. Hice bien porque enseguida se acordó cuando fue a Tierra Santa e hizo de instructor militar hacia el norte en la frontera con el Líbano, recordó también que el ejército paraguayo usaba la pistola Jericó como arma de guerra gracias a su gestión.
Penosamente Oviedo murió y quizás con él la última oportunidad de esta nada en conservar su identidad, su paraguayidad, ya no huele a Paraguay esto, si no a cualquier cosa. A bosta más que nada.
El mal que está por cumplir 100 años si vive hasta mayo de este año, Henry Kissinger, dijo, a la sazón Secretario de Estado de la administración Nixon: «Donde se inclina Brasil se va toda América Latina detrás». Muy cierto, en los periodos de Lula, desde el Río Bravo hasta Tierra del Fuego, LATAM se tiñó de rojo. Entonces, Bolsonaro hará que toda la región cambie de color, si señor. Pero, esto no está en los planes globalistas genocidas de dominio y tiranía y representa un gran escollo, grande en serio, gigante, más aún con esta fabulosa reacción del pueblo brasileño, el mejor del mundo, que no tiene precedentes en la historia.
Este tsunami «verde amarelo» puede inundar y teñir completamente del color del mar todo el continente y más allá. Jamás se vio algo así, somos testigos privilegiados de este suceso de proporciones bíblicas que de seguro está contagiando a los norteamericanos y dando ánimos al resto del mundo. No hay líder en todo el planeta que no quede boquiabierto al ver este fenómeno, aún Trump, Vladimir Putin y Xi Xinping el mandarín. ¿Quien no querría tener este apoyo?
Y la prensa tradicional, oficial, ramera y cómplice del genocidio perpetrado mediante la plandemia, sigue siendo la principal vocera de la diabólica Agenda 2030 y el Nuevo Orden tiránico Mundial, se suicida en masa como esas ballenas encalladas en las costas que se suicidan misteriosamente en forma colectiva. Esto es a consecuencia de la mayor censura de la historia que la deja totalmente en evidencia intentando negar el fenómeno popular más grande del planeta generado por Bolsonaro que inunda todas las calles de las ciudades y capitales del Brasil y ha trascendido en todo el mundo, habrase visto semejante soberbia y estupidez a la vez. ¿¡Como carajo tapas el sol con el dedo!? Este fenómeno ocurre también como una reacción al descomunal fraude perpetrado gracias al Judas y Barrabás rapai, el cabeza circuncisa y el molusco podrido, pinchito y pinchame que se van a ahogar en esta feroz marea «verde amarela».
Atención paraguayitos, a mamá le damos beso y a papá nuestro corazón, pero no pretendan negar lo que sucede en Brasil porque no sale en la tele, la marea «verde amarela» es muy superior a la colorada incluso y les puede ahogar en un siky. Aquí no corre el ñembotavy, hay que hacer como Lino O, sentarse, mirar la pared y decir: «somos nada».