Varios pensadores se han percatado en las últimas décadas sobre las luchas axiológicas o de valores que subsisten en las culturas occidentales, cosmopolitas por su constitución moderna, heterogéneas por la afluencia de diversas corrientes migratorias en el siglo XIX y XX, antagonismos amplificados por las instituciones académicas que funcionan a modo de “usinas” de ideas o centros de distribución de ellas. En estas sedes universitarias se enfrentan continuamente paradigmas alternativos del mundo, disputándose los intelectuales el sentido común de la gente. En ese sentido, el politólogo argentino Agustín Laje es quien ha hecho mayores contribuciones en los últimos años en sobre el asunto de “la batalla cultural”. ¿A qué se refiere? Dice Laje:
Definida mínimamente una batalla cultural es fundamental entender que de esta dependen en gran medida las políticas públicas o educativas, la política económica tampoco escapa a la lógica de estos antagonismos. Decía John Maynard Keynes, un economista con el que discrepo en casi todo:
Siendo así, “la batalla cultural la madre de todas las batallas”[3], es necesario compartir con todo lector interesado en participar de ella, una serie de propuestas que le ayudarán a entender cómo ser un “guerrillero cultural”.
- Nunca ataques una idea que no comprendas: es una trampa. Atacar una idea sin conocerla es como entrar a la guerra sin conocer el terreno. Sun Tzu, en su milenario “Arte de la Guerra” dijo que conocer el terreno de batalla era un asunto de “estrategia”. En la batalla cultural es de naturaleza estratégica conocer las “ideas eje” sobre las que gira el debate, de tal forma que entres para ganar, ideas como, por ejemplo, ¿Qué es la política?, ¿Qué es la economía? ¿Qué es la naturaleza humana? ¿Cómo funciona la realidad?, esto es tener una teoría metafísica correcta. ¿Cómo opera la propaganda en la mente humana? Infórmate y fórmate. En ese sentido te invito a participar de los cursos de formación de la Fundación ISSOS para la Libertad y el Desarrollo. Aprenderás cómo defender tus ideas y serás como Julio Cesar que dijo: Vine, vi y vencí.
- Nunca aceptes el debate en los términos que tu adversario propone. Es una trampa. Suelo decirles a mis estudiantes de la Fundación ISSOS que estén alertas cuando debatan. Si al debatir, la contraparte usa términos como «justicia social», «igualdad», «el pueblo», “transformación” y otros similares, no acepten la discusión en esos términos. Es una forma de falacia de petición de principio, y si uno usa esas palabras para debatir, necesariamente caerá en conclusiones que son afines a la causa de la izquierda. Hay que insistir en ese momento en usar otras palabras que estén menos envenenadas de la ideología progresista y que son más objetivas. Dos módulos que desarrollamos en el IssosLeadership se denominan: «Propaganda y teoría de la comunicación política» y «Retórica»; y esto porque en la Fundación ISSOS entendemos que, si somos incapaces de abandonar el lenguaje que la izquierda ha impuesto, entramos al partido a los 44 minutos del segundo tiempo, perdiendo 3 a 0, y con la cancha inclinada. Permitir que la izquierda delinee los términos a usar en un debate, es equivalente a pelear en territorio enemigo y con las armas en las que este tiene más experiencia, y eso quizás sea, sencillamente, perder la guerra de antemano.
- Usa la lógica y la evidencia. Son tus mejores armas. La ideología progresista en boga, basada en una metafísica materialista, en una sociología marxista y en una economía keynesiana “aborta al contacto con la realidad”[4]. La prueba de la realidad es la única piedra de toque para validar un modelo político, una teoría económica o una filosofía moral. La realidad y solo la realidad es “la fuente de información última y el juez del fundamento de la acción”.[5] Por otro lado, los progresistas suelen tener serios problemas para pensar con disposición lógica. Hazles preguntas abiertas, qué se vean en la necesidad de responder, y esto por una sencilla razón: ellos son los que critican el orden existente por lo tanto la carga de la prueba de que sus ideas son correctas recaen sobre ellos. Casi ningún progresista resiste el desafío de definir sus propios términos y esto porque ni siquiera ellos entienden de qué están hablando.
- Esfuérzate y se valiente. No temas[6]. En esta batalla cultural hay un lugar para los desinformados e ignorantes, para los ateos y creyentes, hay un lugar incluso para los tímidos y reservados y para los que ejercitan el sano hábito de la duda; pero no hay lugar para los timoratos y pusilánimes. No te calles. Tu voz cuenta, tu voz vale. Habla alto y claro. No te avergüences de tus principios ni de tu fe, no temas de defender las sagradas tradiciones de tus antepasados ni su buen nombre, no elijas deliberadamente el rincón. Alarga el cuello y di la verdad, con valor. Cosas buenas vendrán porque te animaste a ser parte de la única batalla en la que se juega el sentido común de la siguiente generación. Tus hijos lo valen. Por tus padres y su legado, por tus hijos y el mundo que quisieras dejarles. No te calles.
Soy Héctor Acuña, Director de Investigación y Desarrollo de la Fundación ISSOS para la Libertad y el Desarrollo. Bienvenidos a la Batalla Cultural.
¿Estás listo para el combate?
[1] Agustín Laje, La batalla cultural, p. 40, Editorial HarperCollins México, 2022.
[2] J. M.Keynes, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, p. 337, Fondo de Cultura Económica, 1992.
[3] Agustín Laje, La batalla cultural, p. 206, Editorial HarperCollins México, 2022
[4] Eligio Ayala, Migraciones, “las utopías abortaron al contacto con la realidad” p. 22, Editorial El Lector.
[5] Jean Francois Revel, La gran mascarada, p.126
[6] Josué 1:6-9, La Santa Biblia.