Si existe una característica propia del Movimiento al Socialismo (MAS) y su actuar durante la última década, es la degeneración de la política nacional, con políticas centralistas, intervencionistas y autoritarias, enfocadas a restringir la libre iniciativa y voluntad privada de los ciudadanos, esto ha tenido sus costos y más allá de caer en un discurso meramente idealista, en esta ocasión me gustaría remitirme a los datos, donde claramente se podrá reflejar la angustia que vivimos los bolivianos no solo en lo político donde venimos navegando en aguas turbias desde hace tiempo, sino considerando un enfoque multidimensional de estudios realizados por distintas organizaciones a nivel mundial.
Comenzamos con el informe “Doing Business Indicators” del Banco Mundial (2020), que de cierta manera mide las facilidades y ventajas que ofrece un país para realizar actividades económicas en el ámbito privado, Bolivia se ubica en el puesto 150 de 190 países. Para este mismo año el Foro Económico Mundial publica anualmente el Índice de Competitividad Mundial, en este último informe Bolivia se encuentra en el puesto 107 de 141 países comparados, es decir que tiene un nivel deficiente en competitividad. (Este índice llega a considerar también la eficiencia de políticas y factores que determinan la productividad del país que luego se traduce en prosperidad.) Y es que para hablar de prosperidad, es preciso conversar de tecnología, es así que el Índice de Inteligencia Digital (2021) realizado por The Fletcher School y Tufts University coloca a Bolivia en el puesto 87 de 90 países analizados en el ámbito de innovación, en esta misma área el índice de innovación de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (2020) que mide las capacidades y resultados de los países mediante sus economías en materia de innovación, Bolivia obtiene una calificación de 22,41 puntos ocupando el puesto 105 de 131 países, colocándose penúltimo en el entorno latinoamericano.
En un marco más gubernamental el World Economic Forum mediante el estudio “Índice de Estado de Derecho del World Justice Project (2020), sitúa a Bolivia en el puesto 121 de 128 países y puesto 29 de 30 en el marco latinoamericano solo por encima de Venezuela. Este estudio busca medir y evaluar el cumplimiento de la ley y otros aspectos jurídicos. También debemos hablar del índice de percepción de la corrupción (Transparency International, 2021), que coloca a Bolivia en el puesto 128 de 180 considerados. Este estudio mide el grado de corrupción en el ámbito de administración pública, siendo el tercer país sudamericano con mayor percepción de corrupción.
¿La situación parece fatal, no? Prosigamos con más datos, en el documento publicado por la prestigiosa fundación Heritage, denominado “Índice de Libertad Económica” (2021), Bolivia se encuentra en el puesto 172 de 178 países. Este índice se destaca por medir en cierto grado el apoyo de las instituciones respecto a la actividad económica, como la libertad de entrar o salir del mercado, regulaciones, entre otras cosas), hoy nos encontramos en el antepenúltimo lugar de la región. Un estudio relevante realizado por la CEPAL (2019) muestra la cantidad de Inversión Extranjera Directa en América Latina y El Caribe. En Sudamérica se invirtió alrededor de $us 128.994 millones; en el caso boliviano, el país recibió $us 316 millones en 2018, representando el 0,27%, el monto más bajo de la región. Pero no es suficiente ya que según un reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), existe casi un 85% de informalidad laboral en el país. Posicionando a Bolivia, como líder de la economía informal no solo de la región sino a nivel mundial.
Este gran caos en lo que se ha convertido el corazón de Sudamérica no es cuestión de azar, es planificado por las distintas decisiones que toma el gobierno y estamos destinados a seguir en el subdesarrollo si no se toman cartas en el asunto. Cada estudio contempla un montón de variables (que contienen datos y mucho análisis multidisciplinario) y no es casualidad que estemos siempre bordeando los últimos lugares, es una clara muestra más de su fracasado modelo. Mismo que quisieron vender como el mejor de la región latinoamericana.