Durante los últimos días, el régimen dictatorial de Corea del Norte, pidió a sus ciudadanos que coman menos, esto debido a que la economía del mencionado país, se encuentra en caída.
Norcorea, ya de por sí, tiene tendencia a mantener su economía pendiendo de un hilo, con una cantidad mínima de gasto alimentario en su población, una cantidad abismal de inversión militar, y por sobre todo, esta economía, está casi cerrada al mundo exterior (situación agravada por la corriente pandemia). Es vital recordar, que en toda economía que tienda a ser, o sea de izquierda, estas condiciones son el pan de cada día; condiciones las cuales obviamente, generan hambre, basta solamente con ver a: Cuba, Venezuela, la extinta URSS, Corea del Norte y gran parte de África.
Pero el caso que nos llama la atención hoy, es el de Corea del Norte, la cual a no menos de 30 años de su última gran hambruna, ya está por entrar a otra; No olvidemos que el hambre en este país asiático, es perpetua, solo que muchas veces se agrava.
Gracias a una inundación, la última gran hambruna norcoreana, se dio entre 1995 y 1999, pero sus consecuencias llegaron hasta el 2008; el gobierno de Pyongyang, reportó que entre el 95 y el 99, solamente fallecieron 220.000 personas, la CNN, en cambio, reportó al menos 2 millones de muertos.
A día de hoy, los 25,7 millones de norcoreanos, sufren algún tipo de problema con el hambre; un 40% de este número, está en estado de desnutrición, y un 70% del país depende de ayudas alimentarias. Todo lo último, me hace reflexionar; ¿Hasta qué punto, un líder comunista, es capaz de matar de hambre a su pueblo?; cuando uno de los presidentes de nuestra región, aclama que quiere un modelo de país como el norcoreano, ¿Realmente sabe lo que dice?, ¿Realmente sabe lo que implica?, y si lo supiera, ¿Quiere consecuencias como las que vemos?.