En un Gobierno con varios flancos débiles (seguridad ciudadana, por ejemplo) hay, sin embargo, un área donde las cosas se están haciendo como corresponde: el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (INDERT). Y ese mérito tiene nombre y apellido: Francisco Ruiz Díaz.
Por eso sorprende que el senador Eduardo Nakayama haya salido a pedir la cabeza del presidente del INDERT, acusándolo de haber vendido tierras estratégicas “a precio irrisorio” y hasta insinuando que habría favorecido a un supuesto narcotraficante. Una denuncia grave… pero mal informada.
Lo que Nakayama omitió o desconoce es un dato central: esas tierras fueron vendidas en 2021, durante la administración anterior, no durante la gestión de Ruiz Díaz.
Frente a estos ataques, Francisco Ruiz Díaz no se escondió. Anunció que acudirá al Congreso para explicar punto por punto el caso, recordando algo que debería cerrar el debate:
“Si se le adjudicó a un supuesto narcotraficante, pregúntenle a la administración anterior por qué lo hicieron”.
Lo que molesta de Ruiz Díaz no es un error, sino justamente lo contrario: su eficiencia.
Su administración ha impulsado un proceso serio y sostenido para recuperar la institucionalidad del INDERT, un ente históricamente contaminado por irregularidades, favoritismos y mafias de tierras. Hoy, ese panorama empieza a cambiar gracias a que Ruiz Díaz reinstaló presencia del Estado donde antes reinaba el desorden. La regularización de asentamientos, la entrega de títulos y la depuración de padrones son parte de una estrategia que pone límites donde antes había carta blanca para los vivos de siempre.
También, promovió investigaciones internas, auditorías y denuncias. Esto afecta a estructuras que operaron impunemente durante décadas… y que hoy ven amenazados sus intereses. A diferencia de otros presidentes, Ruiz Díaz pisa la tierra. Recorre el interior, dialoga con productores, cooperativas y comunidades. Gobierna desde el terreno.
Otro de los puntos altos de la gestión de Ruiz Díaz es la digitalización de expedientes, revisión de catastro, sistemas de seguimiento: menos discrecionalidad, menos corrupción y más eficiencia. Ha priorizado criterios técnicos antes que favores partidarios. En un organismo tan sensible, esta postura no solo es necesaria: es revolucionaria.
De la misma manera, es importante destacar la articulación con gobernaciones, municipios y el Ministerio de Agricultura, que ha permitido evitar ocupaciones, regularizar situaciones complejas y dar respuestas rápidas.
La mejora en la percepción pública del INDERT no es casualidad: es resultado de orden interno, transparencia y presencia en territorio.
En un país donde la tierra siempre fue un botín político, que el presindente del INDERT ponga orden, inevitablemente genera resistencias.
Pero los hechos son tozudos. Y hoy los hechos están del lado de Francisco Ruiz Díaz.




