Con el 35,8 % de los votos, el líder de la formación Acción de Ciudadanos Descontentos, Andrej Babiš, emerge como el principal candidato a encabezar el próximo gobierno de la República Checa, tras cuatro años en la oposición. Sin embargo, para concretar su regreso al poder deberá tejer alianzas con otras fuerzas políticas, en un Parlamento fragmentado.
La alianza SPOLU (Juntos), liderada por el actual primer ministro Petr Fiala, obtuvo el 23,0 % de los sufragios, quedando en segundo lugar. Sus socios de gobierno —el movimiento STAN y el Partido Pirata— obtuvieron 11,1 % y 8,7 %, respectivamente, lo que refleja un fuerte retroceso del bloque oficialista.
Entre los partidos que lograron representación parlamentaria destacan la formación antiinmigración Libertad y Democracia Directa (SPD), que consiguió el 7,9 %, y el movimiento Motoristas, con un 6,8 %, dos agrupaciones que podrían desempeñar un rol clave en las negociaciones para formar gobierno.
La Unión Europea ha expresado su preocupación por la afinidad de Babiš con los gobiernos de Hungría y Eslovaquia, dos países que han chocado reiteradamente con Bruselas por defender políticas soberanistas frente a las imposiciones comunitarias. Esta posible reconfiguración política en Praga podría fortalecer el bloque de países críticos con la línea dominante de la UE en temas como migración, energía y soberanía nacional.
Además, la orientación política de Babiš anticipa un cambio significativo en la política exterior checa, especialmente respecto a la guerra en Ucrania. Durante la campaña, criticó la continuidad del apoyo militar a Kiev y anunció que, en caso de formar gobierno, la República Checa dejaría de adquirir grandes cantidades de munición de artillería para Ucrania, marcando un claro distanciamiento de la posición mantenida por el gobierno de Fiala y por Bruselas.
Si logra formar una coalición estable, el regreso de Babiš al poder supondrá un giro estratégico en la política checa que podría impactar en el equilibrio interno de la Unión Europea, sumando a Praga al grupo de países que priorizan su soberanía frente a las presiones centralizadoras de Bruselas.