Mañana se anuncia una marcha impulsada bajo la bandera de la llamada «Generación Z». A simple vista, el discurso parece fresco, ciudadano y espontáneo. Reclaman consignas que, en principio, nadie discutiría: cárcel para los corruptos, rechazo al nepotismo y transparencia en la gestión pública. Sin embargo, basta con observar con mayor atención para advertir que lo que se presenta como un movimiento juvenil apartidario, no es más que un canal para los intereses de políticos opositores que buscan recuperar protagonismo a cualquier costo.
Las demandas exhiben una mezcla contradictoria de reclamos legítimos con propuestas radicales que revelan la verdadera intención detrás de la convocatoria. Hablan de “reforma agraria”, pero ignoran la excelente labor que lleva adelante el INDERT en esa materia. Reclaman la eliminación de la propiedad privada, la destrucción de las instituciones y una supuesta “guerra total al gobierno”, mientras insisten —con un discurso lleno de cinismo— en que la marcha será pacífica.
A esto se suman los pedidos políticos más evidentes: el regreso de las listas sábanas y papeletas, una exigencia que favorece al bloque opositor luego de su derrota electoral, y la vuelta de Kattya González al Senado, bandera de Encuentro Nacional. Es claro que, detrás de los jóvenes con pancartas, se esconde la mano de los sectores que perdieron espacio en las urnas y hoy buscan recuperar terreno en las calles.
El guion es viejo y conocido: disfrazar de “indignación ciudadana” lo que en realidad es una maniobra para desestabilizar. El verdadero riesgo no es la protesta en sí, sino la violencia que puede derivarse de consignas extremistas como la “guerra al gobierno” o la “destrucción de las instituciones”. Mientras tanto, los promotores políticos de esta movida se lavan las manos, dejando que los jóvenes pongan el cuerpo a una agenda que poco tiene de espontánea y mucho de oportunismo.
El Paraguay necesita reformas, sí, pero no al precio de dinamitar la democracia. Los ciudadanos deben estar alertas: la supuesta “Generación Z” que mañana marchará no representa una nueva voz del pueblo, sino la misma oposición de siempre, disfrazada con rostro juvenil y con un libreto que apunta más al caos que a la construcción.