Guaraní volvió a demostrar anoche en trinidad por qué no merece dormir tranquilo a pesar que mantiene la punta del campeonato. Los fantasmas del 2021 vuelven a acechar en la toldería.
El aborigen pareció controlar el trámite del partido tras adelantarse en el complemento con un gol de Fernando Fernández, pero la sensación de triunfo fue mera ilusión ya que en el tiempo de adición, Sportivo Trinidense igualó y se llevó un punto que dejó al Aborigen con más preguntas que certezas.
La primera mitad fue aburrida y deslucida, sin goles ni ideas claras por parte de ninguno; Guaraní, sin embargo, pareció dominar la segunda pero falló en lo esencial: cerrar el partido. Los aurinegros especularon, retrasaron líneas y confundieron conservación de la ventaja con pasividad suicida.
Las ocasiones que tuvo para matar el encuentro fueron gestionadas con pereza y egoísmo, dilapidando opciones claras de contraataque y centros peligrosos mal resueltos dentro del área. Cuando el rival apretó, la defensa exhibió nerviosismo y falta de coordinación, lo que derivó en el desgaste anímico que desembocó en la jugada del empate.
Lo peor no es sólo perder dos puntos; es la reiteración de un defecto: mentalidad de equipo chico en instantes decisivos. Dirigidos por la apatía o por la complacencia, los jugadores de Guaraní entregaron el partido en el último suspiro, y ahora deberán responder por su incapacidad para sostener resultados. El empate 1-1 deja un sabor amargo: más frustración que aprendizaje, y la sensación de que a este plantel le falta carácter cuando realmente importa.