La política boliviana vivió un giro histórico este domingo: la derecha alcanzó casi el 80% de los votos en las elecciones generales, poniendo fin a dos décadas de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS). Rodrigo Paz, exalcalde de Tarija entre 2015 y 2020 e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, fue la gran sorpresa de la jornada al imponerse en primera vuelta. Nacido en Santiago de Compostela, España, en 1967, Paz deberá definir la presidencia en balotaje contra Jorge “Tuto” Quiroga.
En tercer lugar quedó Samuel Doria Medina, lo que confirma que el tablero político boliviano ya no gira en torno al MAS y Evo Morales. Sin embargo, la segunda vuelta no será un camino sencillo. A Quiroga, para muchos un hombre del pasado, le costará conquistar nuevos apoyos, ya que sectores de la oposición lo perciben como una figura funcional al expresidente Morales.
Quien resulte finalmente vencedor tendrá que enfrentar un panorama económico crítico. Las reservas internacionales prácticamente se agotaron, el dólar sube día a día, el combustible escasea y las filas para conseguirlo se extienden durante horas. La deuda pública crece de forma alarmante, la inflación amenaza con descontrolarse y el gas —principal fuente de divisas para Bolivia— dejó de exportarse con la fuerza de años anteriores. A esto se suma la falta de medicamentos y un incremento del contrabando en las fronteras con Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Perú.
El desafío no será únicamente económico. El futuro presidente también deberá redefinir la política exterior de Bolivia. Tras casi 20 años de alineamiento automático con Cuba y Venezuela, el país se encuentra hoy aislado y atrapado en una disciplina ideológica que contribuyó al deterioro interno. Romper con ese esquema y construir nuevas alianzas regionales será clave para encarar el nuevo ciclo político que acaba de abrirse en el país andino.