Tanto nadar para morir en la orilla
Paraguay inició impetuoso y acicalado por decisiones en la conformación del onceno estelar y en la estrategia decidida: la postura inicial de Richard Sánchez como vértice central de un triángulo medular compartido con Mathías Villasanti y Ángel Cardozo: 1-4-2-3-1, con Santiago Arzamendia de volante izquierdo y Ángel Romero por derecha, dejando como punta a Carlos González.
Fue el sector izquierdo, en la conjunción Arzamendia –Héctor Martínez la vía de generación de ataques en los primeros 30´. La altura de Sánchez generó inconvenientes a los dos volantes peruanos, y una vez que Paraguay se posicionaba en ¾ de campo, era numéricamente superior. El gol de Gómez nos ilustra: ímpetu y salir (nadie sabe cómo) de un caos con vida.
También nos pinta de cuerpo entero la remontada peruana: la falta de jerarquía como denominador común en las desatenciones y desajustes que facilitaron el avance de los incaicos.
El punto de inflexión fue la (injusta) expulsión del capitán paraguayo. A partir de ahí, se rompió el partido, y Paraguay recurrió a la rebeldía ancestral de ir a buscar anotar una nueva jornada épica. Desde atrás, siempre desde atrás: empató dos veces (nos están haciendo muchos goles, a nosotros, los otrora expertos defensores) y terminó penando en las ejecuciones por penales, en dónde también evidenció la falta de jerarquía de sus valores.
El viejo contemplando el mar
La esperanza es lo último que se pierde, esperanza nda havêi… El viejo Paraguay contempla el horizonte infinito desde una rivera, y se niega a soltar la esperanza. Sin embargo, sabe del desenlace final, se siente atraído internamente por el dramático fin. Tal vez la épica le otorgue algún sabor dulce a la última saliva tragada. Pero será final, hoy, mañana…
Eso fuimos anoche. Contemplamos el horizonte sabiendo que es inevitable, pero resueltos a no desprendernos de la esperanza.
Lo que la naturaleza no da, salamanca no presta
Eduardo Berizzo puede dejar el cargo hoy, mañana, algún día… Pero, ¿es el único factor que nos imposibilita lograr mejores rendimientos? Gustavo Gómez, Junior Alonso, Piris Da Motta, los Romero, Tony Sanabria, Gatito Fernández, Antonio Bareiro, Anthony Silva son nombres que estuvieron en el último partido contra Venezuela cuando perdimos la clasificación a Rusia 2018, en pleno Defensores del Chaco.
En la Copa América del año siguiente, en Brasil, se sumaron nombres como Fabián Balbuena, Mathías Rojas, Miguel Almirón, Santiago Arzamendia. Fácilmente, se ha citado al 85 % de las convocatorias habituales en la era Berizzo.
¿Y si posamos la lupa en la calidad de los recursos humanos? Salvo Almirón, Omar Alderete y Tony Sanabria, no contamos con jugadores en las grandes ligas del mundo. Los mencionados, por si fuera poco, juegan en equipos que tan solo aspiran a mantener la categoría temporada tras temporada.
Esa circunstancia pesa mucho. Las jerarquías se pagan, y mucho. Y la característica principal de la jerarquía es la calidad determinante de la decisión y de la ejecución de esa decisión. En los nuestros es notoria la baja calidad en las acciones y decisiones. La carencia, que es decisivamente histórica, cada vez nos coloca en condiciones menos favorables de cara a la competencia internacional: lo que la naturaleza no da, Salamanca no presta.
Contemplando el abismo inminente
Los entrenadores también tienen su cuota de incidencia, desde luego. En el caso de Berizzo se le cuestiona casi todo: los oncenos que suelen saltar al inicio, las disposiciones tácticas elegidas, las estrategias, los cambios. Casi que no ha conseguido suscitar confianza en ningún rubro.
Una cuestión muy notoria es el intento de adopción de un nuevo modelo de juego, que parece no encajar con las mejores virtudes de los recursos paraguayos. Para jugar a la posesión, se requiere de una finísima técnica y de gran inventiva; dos ítems de los que carecemos, y no deberíamos ruborizarnos por ello. Más bien, deberíamos empezar a trabajar para mejorar el estado de cosas actual. La idea de Berizzo es buena, pero con otros recursos. Para los nuestros, debería modificar el modelo de juego porque no nos alcanza con lo que tenemos.
La rebeldía de ayer, tal vez le marque el camino. Aunque nademos mucho para morir a metros de la tierra prometida.