Mientras el expresidente Jair Bolsonaro atraviesa una delicada recuperación en una Unidad de Terapia Intensiva, tras someterse a una compleja cirugía abdominal de 12 horas, el Supremo Tribunal Federal de Brasil —bajo la firma del controvertido juez Alexandre de Moraes— decidió enviarle una citación judicial directamente a su camilla. El gesto no solo es innecesario desde el punto de vista procesal, sino que constituye una acción de una bajeza difícil de igualar.
Bolsonaro, quien fue víctima de un intento de asesinato con arma blanca durante su campaña presidencial en 2018, arrastra desde entonces múltiples intervenciones quirúrgicas, siendo esta la sexta operación derivada de aquel brutal ataque. La última intervención, realizada el pasado 13 de abril, requirió una operación de altísimo riesgo y una recuperación que los médicos estiman podría durar hasta tres meses. Aún así, en un gesto que roza lo inhumano, el juez De Moraes instruyó que el líder conservador reciba en su lecho de internación una notificación judicial como si se tratara de un criminal en fuga.
¿En qué clase de república una autoridad judicial necesita humillar públicamente a un expresidente enfermo para satisfacer una pulsión persecutoria? La respuesta parece estar en el Brasil del Supremo Tribunal Federal, donde el poder judicial ha dejado de ser un árbitro imparcial para convertirse en una herramienta política al servicio de la izquierda.
El ensañamiento con Jair Bolsonaro, incluso en su convalecencia, no es un hecho aislado sino parte de un patrón cada vez más preocupante: el uso del aparato judicial como arma contra la disidencia conservadora. En lugar de proteger el debido proceso y el estado de derecho, algunos jueces —como De Moraes— han optado por judicializar la política y politizar la justicia, atacando a quienes representan una visión alternativa al consenso progresista.
Lo sucedido esta semana en el Hospital Estrella del Distrito Federal no es solo una nueva página en la persecución contra Bolsonaro. Es una radiografía de una justicia selectiva, vengativa y, en este caso, miserable.