Con el fallecimiento del papa Francisco y la inminente convocatoria al Cónclave, el mundo católico observa con atención a los posibles sucesores que deberán liderar la Iglesia en un contexto de fuerte tensión entre dos modelos opuestos: el conservador, que busca recuperar la tradición y la doctrina, y el globalista-progresista, que pretende profundizar las reformas impulsadas en la última década. Según una lista elaborada por Edward Pentin, reconocido experto en asuntos vaticanos, estos son los “papables” con mayores posibilidades de ser electos, y cuyas trayectorias reflejan con claridad el choque de visiones que atraviesa al Vaticano.
Los candidatos conservadores
- Péter Erdő (Hungría, 72 años): Cardenal creado por Juan Pablo II y presidente de la Conferencia Episcopal húngara. Tiene un perfil marcadamente conservador y ha trabajado para reivindicar la figura del cardenal Mindszenty, un firme opositor al comunismo. Representa una Iglesia firme en valores tradicionales y una postura de clara resistencia ante la ideología de género y la secularización.
- Raymond Burke (Estados Unidos, 76 años): Apoyado por sectores católicos estadounidenses cercanos a Donald Trump, es una de las voces más críticas del actual pontificado. Se ha opuesto a las reformas litúrgicas, a la comunión de divorciados vueltos a casar y al acercamiento ambiguo a temas como la homosexualidad. Su figura es símbolo del ala más doctrinal y combativa de la Iglesia.
- Malcom Ranjith (Sri Lanka, 77 años): Fue nombrado obispo por Juan Pablo II y promovido por Benedicto XVI. Defensor de la liturgia tradicional, se opuso firmemente al matrimonio homosexual y restringió la participación de mujeres en funciones litúrgicas. Su perfil recuerda a una Iglesia disciplinada y jerárquica.
- Willem Eijk (Países Bajos, 71 años): Arzobispo de Utrecht y teólogo con postura firme contra las reformas morales promovidas durante el actual pontificado. Es crítico del relativismo doctrinal y favorable a una Iglesia que defienda con claridad su enseñanza sobre la familia, la vida y la moral sexual.
- Robert Sarah (Guinea, 79 años): Aunque no fue incluido en la lista de Pentin, es uno de los nombres que más entusiasma a los sectores tradicionales. Con una extensa trayectoria en la Curia Romana, se caracteriza por su fidelidad a la ortodoxia doctrinal y litúrgica. Sarah ha criticado el rumbo aperturista del Vaticano y defiende una Iglesia centrada en el sacrificio, el silencio y la verdad revelada. Para muchos, su elección significaría un giro firme hacia la identidad católica más clásica y doctrinal, frente a décadas de creciente acomodación al mundo moderno.
Los candidatos globalistas
- Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años): Prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Es carismático, popular y cercano a los postulados de Francisco. Su discurso se centra en la misericordia, la justicia social y la inclusión. Representa el perfil más progresista, multicultural y con fuerte proyección en Asia.
- Peter Turkson (Ghana, 76 años): Ex titular del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral. Es un moderado con sensibilidad social y capacidad diplomática. Su elección sería histórica por ser el primer Papa africano, aunque su perfil es menos definido ideológicamente.
- Matteo Zuppi (Italia, 69 años): Arzobispo de Bolonia y actual presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Pertenece a la comunidad de Sant’Egidio y es conocido por su labor en mediación de conflictos. Su cercanía con Francisco y su enfoque dialogante lo ubican en el ala progresista, aunque con un estilo más equilibrado.
- Pietro Parolin (Italia, 70 años): Actual Secretario de Estado del Vaticano. Hombre de confianza de Francisco, se mueve con soltura en el plano diplomático. Sus críticos lo acusan de haber acercado al Vaticano a posturas afines a la “izquierda global”, en tanto que sus defensores lo ven como un pragmático que puede equilibrar la transición.
Posibilidades reales
Más allá del perfil de cada candidato, la política interna del Vaticano juega un papel determinante. El Colegio Cardenalicio, que será el encargado de elegir al nuevo pontífice en un eventual cónclave, está compuesto actualmente por 137 cardenales con derecho a voto, de los cuales 109 fueron designados por Francisco. Es decir, el 80% del cuerpo electoral responde directa o indirectamente al legado del actual pontífice, en una jugada deliberada para asegurar la continuidad de su línea sucesoria.
Solo 23 cardenales fueron nombrados por Benedicto XVI y apenas 5 por Juan Pablo II, lo que coloca en clara desventaja numérica a los sectores conservadores. En este contexto, las posibilidades de los candidatos progresistas —como Tagle, Parolin o Zuppi— parecen crecer con fuerza, aunque los movimientos dentro del cónclave, como ocurrió en 2005 o 2013, pueden dar lugar a sorpresas.
El cónclave que se avecina no será meramente una elección de un líder espiritual, sino la definición del alma misma de la Iglesia Católica en las próximas décadas. Entre cardenales fieles a la tradición apostólica y otros que buscan una Iglesia más permeable a los dictados del mundo moderno, la disputa trasciende lo religioso y se entronca en la gran batalla cultural global. ¿Volverá Roma a la firmeza de la fe o continuará por la senda de la “sinodalidad”? El humo blanco no solo anunciará un nombre, sino un rumbo.