Estamos cerrando el primer trimestre del 2024, la situación en Bolivia se volvió insoportable para la mayoría de la población, menos, obviamente, para quienes viven del sistema dictatorial. Sin dólares, sin medicinas y sin combustibles se hace imposible sostener el relato.
Por su parte, los opositores empezaron una carrera para posicionarse en la opinión pública como la salvación y la esperanza. Se ve de todo, desde los dinosaurios, Carlos Mesa, el principal, hasta muchos imitadores de Javier Milei. En situaciones normales, que implican la vigencia de las condiciones democráticas, sería una alegría la proliferación de tantas opciones partidarias. Sin embargo, Bolivia dista mucho de ser normal, pues en dictadura las elecciones no pasan de ser meros teatros donde se vota sin elegir.
Empero, como factor agravante, creo que nadie ha sido capaz de hacer la pregunta fundamental: ¿A quién nos estamos enfrentando?
Una máxima de la estrategia dice que ningún plan funciona si no identificamos al enemigo. Así que, nos toca ver quién es ese enemigo, pues se suele reducir todo a una disputa de ideas o, la tan de moda, batalla cultural. Pero no, es más complejo que eso, veamos.
En 1953, Nikita khrushchev, en ese entonces presidente de la URSS, les preguntó a sus aparatos de inteligencia: «¿En qué escenario la Unión Soviética puede derrotar militarmente a los Estados Unidos?». La respuesta fue: «En ninguno».
Obviamente, los miembros de politburó se pusieron nerviosos, hasta que alguien les dijo: «Militarmente no, pero si con el dinero y el caos que pueden generar las mafias y narcotraficantes». A partir de ese momento, los soviéticos tuvieron como misión insertarse en el mundo del hampa, las pandillas y el narcotráfico. El Servicio de Inteligencia Cubano (G2) fue designado como el aliado estratégico para ejecutar el plan en Hispanoamérica y Estados Unidos.
En efecto, como muy bien lo describe el escritor Nicolás Márquez, La Tricontinental convocada en enero de 1966 por Fidel Castro, fue el origen de todos los procesos desestabilizadores en la región, entre ellos, las guerrillas y la dictadura comunista de Salvador Allende. Sobre este último, Márquez relata que desde 1970 hasta 1973, Chile se había convertido en el principal productor de cocaína de América del Sur. Además, luego de la caída del dictador, las autoridades norteamericanas incautaron cocaína valuada en 309 millones de dólares.
Pero hagamos un salto en tiempo y espacio para situarnos en la actual Bolivia, ya que el país ha pasado de ser una ruta de tránsito a un Narcoestado. Al respecto, el grupo InSight Crime, periodistas e investigadores especializados en narcotráfico y crimen transnacional, afirma lo siguiente:
Por su parte, Gabriela Reyes, criminóloga, asevera que:
Entonces respondiendo la pregunta que abrió esta nota: No nos enfrentamos a rivales políticos, sino a grupos de hampones que han capturado el poder e instalado una dictadura, y que están dispuestos a ejercer la más cruel violencia para sostenerse. No es una batalla cultural o un debate de ideas, sino una lucha por sobrevivir.