En el país más feliz del mundo no todo es color de rosas. Suecia, que si bien goza de una relativa «salud económica», enfrenta graves problemas con pandillas de narcotráfico que trafican éxtasis, metanfetaminas y otros sintéticos, que son distribuidos por «soldaditos».
Estas mafias enquistadas y sus pandillas, representan un ‘dolor de cabeza’ para el gobierno sueco, que ahora padece una situación de seguridad inmensamente caótica, siendo la más grave desde la Segunda Guerra Mundial, según los estadistas.
A tal punto que el actual premier de centroderecha, Ulf Kristersson, declaró este viernes -tras una reunión con el jefe de las fuerzas de defensa y otros jerarcas policiales- que ha solicitado apoyo ‘táctico’ del Ejército en pos de combatir el crimen organizado y así neutralizar a las pandillas que son co-gobierno en algunas zonas.
También el primer ministro dijo que consideraría cambiar la ley para permitir que las fuerzas armadas brinden aún más asistencia:
El gobierno y la Policía sugieren que estas bandas criminales captan a niños de vecindarios vulnerables, debido a que al ser menores son inimputables o le caben penas bajas. A su vez, la ola de violencia lleva un poco más de una década, y estos menores muchos han sido padres, fomentando el circuito y la población al margen de la ley.
«Es la ingenuidad política y la desorientación lo que nos ha traído hasta aquí», afirmó el primer ministro sueco. “Es una política de inmigración irresponsable y un esfuerzo fallido de integración lo que nos ha traído hasta aquí”, expresó en la conferencia de prensa del jueves y añadió que:
Según las autoridades, las explosiones y los tiroteos cada vez más habituales, son un claro mensaje mafioso que involucra a dos bandos distintos que se disputan el tráfico de drogas y el de armas: un cártel liderado por un inmigrante kurdo que ahora se esconde en Turquía, y otra liderada por su antiguo lugarteniente.
Es por ello que ahora Turquía utiliza la justificación de las ‘pandillas enquistadas’ para bloquear la admisión de Suecia a la OTAN, alegando que el país necesita tomar medidas contra los ‘terroristas kurdos’.
Estos actos de terror entre pandillas no son meros casos aislados, sino ya una moneda corriente en el país escandinavo, desde hace más de una década.