La reciente sanción en el Congreso del proyecto de ley “De Fomento y protección a los pequeños y medianos productores de yerba mate” que establece un precio para este producto es una prueba del populismo que caracteriza a los políticos y hace notar la notable incomprensión del análisis económico.
La yerba es como cualquier otro bien, sube y baja de precio. No es diferente a lo que ocurre con una mesa, una hortaliza, una fruta, un vehículo o una casa etcétera. Todo bien o servicio expuesto a las necesidades y deseos de la gente se encuentra en permanente movilidad en cuanto a precios se refiere.
Si el precio está bajo pues más gente lo demandará más y, si el precio sube entonces menos personas comprarán dicho producto o servicio. Lo antedicho no es más que una forma sencilla de entender lo que se llama la ley de la demanda expresada en su respectiva curva.
Igualmente, si el precio de un bien o servicio aumenta, los productores se mostrarán dispuestos a producir más y vender, es decir, la ley de la oferta explica esta situación que es absolutamente de orden natural puesto que funciona como de sentido común. No hay necesidad incluso de haber culminado la escuela para entender esta relación pacífica, armoniosa y productiva que solo el mercado libre es capaz de lograr.
El aumento y disminución de los precios es parte de la economía de mercado, al menos si en verdad es libre. Ahora bien, los precios son vulnerados debido al intervencionismo estatal. Los precios de los productos suben más de lo que el propio mercado libre sin interferencias puede generar a causa de la dañina intervención gubernamental en temas que a veces la gente no toma en cuenta pero que el Estado es culpable por acción y omisión: el costo del combustible, la mano de obra y la inseguridad.