¿Ser profamilia significa tener una familia perfecta? ¿Una mujer que haya pasado por la tragedia del aborto ya no puede ser profamilia sólo porque ha cometido alguna vez uno? ¿Los profamilia son perfectos? A continuación, pasaré a explicar qué significa el término, sin embargo, debe usted, amable lector, comenzar sabiendo lo siguiente: ser profamilia es una actitud política. Si usted entiende eso, usted sabe más que la mayoría de los periodistas, activistas y militantes estultos de las redes sociales.
Uno de los logros de la modernidad fue instituir la separación del ámbito privado y político en la vida social. Esto significa que, para construir una sociedad plural, es preciso 1°) Reconocer que “lo personal NO es político”; 2°), Concluir lógicamente que, debido a la separación de los ámbitos, es relativamente rara la congruencia total entre la vida privada y la pública; y 3°) Declarar que, aunque la virtud personal sea deseable para lograr una sociedad perfecta, no es imprescindible para organizar una sociedad plural, sin embargo, la virtud cívica sí. De de estos tres principios, separación, coherencia relativa y virtud cívica emergerá el fenómeno de la tolerancia política; al margen de ella todo será cacería de brujas, inquisición y violencia ¿Lo recuerda? Antes de la modernidad la vida pública no se separaba de la privada, por lo tanto, sus sensibilidades religiosas poseían carácter político, tanto que a usted se le podría exigir, so pena de muerte, una completa coherencia entre su vida privada y pública. No es extraño entonces que la virtud haya sido el objetivo político y que haya sido perseguido con ferocidad todo el que no estaba a la altura de una vida puritana.
La posmodernidad abandona la diferenciación modernista de los ámbitos y mezcla lo personal y lo político, lo religioso, lo económico y lo cultural, en un proceso que el politólogo argentino Agustín Laje denomina “la desdiferenciación posmoderna”. Esta rocambolesca ensalada mental del sujeto socialdemócrata, ejemplar domesticado de nuestra fauna política, le lleva a defender exactamente el modelo de sociedad que supuestamente detesta: la sociedad premoderna. Hubo que realizar una revolución en la mentalidad de las personas para que entiendan que, a decir de Lysander Spooner, “los vicios no son delitos”. Siendo este el estado de las cosas, el típico reclamo adolescéntrico de los progresistas o las feministas, el cual señala con dedo acusador que vivimos en una sociedad hipócrita carece totalmente de sentido político, y esto debido a que desde la modernidad política existe una separación institucional entre la vida privada-personal y la vida pública. Ese reclamo solo tiene sentido en una sociedad tribal, premoderna e inquisitorial, y que suela tomarse en cuenta es sencillamente un alarmante signo de que, muchas veces, nos encontramos con retrocesos hacia formas más arcaicas de hacer política.
Ser profamilia es una actitud política ¿Qué significa esto?
Siendo la familia una institución prepolítica, la actitud profamilia se pregunta por las justas fronteras que existen entre el Estado y la Familia. Esta actitud demarca límites institucionales que protegen el espacio familiar, declarándolo ámbito privado, que no puede ser atropellado por el Estado sino en función al interés superior del niño: es decir, a que su integridad física o su vida se encuentren en manifiesto riesgo ¿Quién posee la patriapotestad de los niños? ¿La familia o el Estado? La familia, contestará un activista profamilia. Solo a eso se refiere esta etiqueta política y nada tiene que ver con que los padres o tutores de los niños sean “ángeles con alas” que no poseen pasiones o cometen errores. Ese mundo reclamado por el sujeto socialdemócrata solamente existe en las estultas mentes progresistas que no toleran la realidad y sus vicisitudes.
Nuevamente, ¿ser profamilia significa que no me puedo divorciar? No tiene nada que ver con eso ¿Si soy profamilia quiere decir que mi familia es feliz? Ni mucho menos ¿Ser profamilia significa que mi esposa me ama y yo amo a mi esposa? Preguntas boludas, no.
- Ser profamilia es una actitud política que denuncia que cualquier político que controle el Estado, el aparato de la coerción y la compulsión, opera bajo incentivos perversos para ejercer la patriapotestad de hijos ajenos.
- Ser profamilia es comprender que solo el ámbito familiar del niño puede abocarse al desarrollo de personas libres, porque mientras la familia busca que sus hijos sean independientes, el control político necesita de adultos obedientes.
- Ser profamilia implica entender que es el ámbito familiar el único responsable de la educación de los niños. Reconoce que el Estado, como monopolio de la violencia, no debe dedicarse a la tarea de educar, a lo sumo, instruir, e incluso esta tarea última debe estar sometida a riguroso control parental.
Es así que la familia constituye una institución social que protege al individuo contra el Estado. Siendo así, la actitud profamilia es esencialmente patriota, libertaria y conservadora:
“Patriota” porque la patria es “la tierra de los padres”. Es un pleonasmo explicar la relación que esto tiene con la familia.
“Libertaria” porque es la institución social que favorece el desarrollo de seres humanos libres y responsables.
“Conservadora” porque contribuye a conservar el capital material y espiritual sobre el cual la sociedad realiza sus avances: el capital material se conserva a través de la institución de la herencia, y el capital moral se conserva a través de la tradición oral, que articula las relaciones familiares.
Recuerde: ser profamilia no es tener familias perfectas ni ser perfecto en lo personal, es una actitud política, y por lo tanto pública, que reclama límites a la acción estatal sobre el ámbito familiar.