Miles de húngaros se congregaron este jueves en las calles de Budapest en una multitudinaria demostración de apoyo al primer ministro Viktor Orbán. La movilización, calificada por los organizadores como una “marcha por la paz”, coincidió con el feriado nacional del 23 de octubre, fecha en la que Hungría conmemora el fallido levantamiento antisoviético de 1956, reprimido por el Ejército Rojo.
Con banderas nacionales y carteles que expresaban su rechazo a la implicación en la guerra de Ucrania, los manifestantes corearon consignas en respaldo al mensaje de Orbán, quien advierte que Hungría corre el riesgo de ser arrastrada al conflicto. Al frente de la movilización, un enorme cartel resumía el sentimiento general: “No queremos morir por Ucrania”. Desde el Puente Margarita, que cruza el Danubio, los asistentes avanzaron con el majestuoso Parlamento húngaro como telón de fondo, portando estandartes con los nombres de las ciudades y pueblos de donde provenían.
Entre los participantes, Babett Lugosi expresó que creía que “la conciencia nacional y el cristianismo” estaban en peligro, y sostuvo que Orbán es el único político en Hungría capaz de defender los intereses del país contra amenazas externas.
Durante su discurso, el primer ministro reafirmó su postura soberanista y desafiante frente a Bruselas. “Hemos sido capaces de mantener a Hungría, como el único país libre de inmigrantes en Europa, capaces de desafiar a todo el nido de serpientes en Bruselas… capaces de proteger a sus familias y expulsar a los activistas LGBT de sus escuelas”, declaró ante una multitud que lo vitoreó entre banderas húngaras y pancartas patrióticas.
La jornada fue interpretada como una nueva muestra de fuerza de Orbán, quien refuerza su postura soberanista y defensa de los valores tradicionales frente a las presiones externas de la Unión Europea y la OTAN.




