En septiembre de 2025, la ONU volvió a aprobar una resolución que promueve la creación de un Estado palestino, lo que reavivó el viejo debate sobre la viabilidad de la fórmula de los “dos Estados”. Sin embargo, la pregunta clave persiste: ¿quién rechazó realmente esa solución desde el principio? La historia es clara y contundente: fueron los países árabes quienes se negaron a aceptar la existencia de un Estado judío en la región.
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 181 (II), que proponía dividir el Mandato Británico de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, con un régimen internacional especial para Jerusalén. Fue el primer reconocimiento formal de la comunidad internacional al derecho del pueblo judío a tener su propio Estado en su tierra ancestral. Sin embargo, la dirigencia árabe y los países vecinos rechazaron de manera tajante esa resolución. No solo se opusieron en el plano diplomático: lanzaron de inmediato la primera guerra árabe-israelí de 1948, invadiendo al recién nacido Estado de Israel con el objetivo de borrarlo del mapa.
La guerra, lejos de destruir a Israel, terminó con su fortalecimiento territorial y político. Mientras tanto, Jordania ocupó Cisjordania y Jerusalén Este, y Egipto se quedó con la Franja de Gaza. Es decir, los mismos países que decían defender a los palestinos terminaron apropiándose de los territorios que la ONU había destinado al futuro Estado árabe. Desde entonces, la consigna quedó clara: «ningún reconocimiento, ningún acuerdo, ninguna negociación», como lo proclamó la Resolución de Jartum de 1967.
Más de 75 años después, el panorama internacional cambió. Israel no solo sobrevivió, sino que se consolidó como una potencia tecnológica, militar y democrática en Medio Oriente. Con los Acuerdos de Abraham en 2020, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán se sumaron a la lista de países árabes que entendieron una verdad evidente: la paz y la prosperidad regional no se construyen negando la existencia de Israel, sino reconociéndola y cooperando con ella.
Hoy, la gran mayoría del mundo árabe mantiene algún tipo de vínculo con Israel, mientras solo los sectores más radicales —Siria, Irán (aunque no árabe) y grupos extremistas como Hamás o Hezbollah— insisten en su retórica de odio y en el objetivo irreal de la desaparición del Estado judío. La historia demuestra que la oportunidad de tener dos Estados existió desde el inicio, pero fue rechazada sistemáticamente por los líderes árabes. La nueva resolución de la ONU en 2025, lejos de ser una novedad, vuelve a poner sobre la mesa un dilema histórico: la paz nunca será posible si persiste la negación de la legitimidad de Israel.