En los últimos días, gran parte de la prensa internacional se rindió al show mediático de Greta Thunberg y su séquito de activistas, que bajo el rótulo de “Misión humanitaria” protagonizaron una puesta en escena diseñada para acaparar portadas y minutos de aire en televisión. La caterva progre, siempre dispuesta a vender su alma por un instante de fama, logró instalar un debate que, más allá del ruido mediático, merece un análisis serio: ¿son legales los bloqueos en tiempos de guerra?
La respuesta es clara. Sí, son legales. El propio Protocolo I de la Convención de Ginebra establece que los bloqueos entre naciones no son ilegales siempre y cuando se cumplan ciertas condiciones. En este caso, el bloqueo a Gaza no implica la interrupción total de suministros básicos para la población civil. Muy por el contrario, las propias agencias de la ONU y diversas ONGs informan a diario sobre el número de camiones que ingresan con ayuda humanitaria, lo que desmiente la narrativa de un “cerco absoluto”.
¿Cómo entra la ayuda a Gaza?
Existen dos vías principales:
- Por tierra: desde Jordania, Egipto e Israel, mediante pasos fronterizos oficiales por donde transitan los camiones que transportan insumos.
- Por mar: a través de barcos de línea que descargan en el Puerto de Ashdod, en Israel, desde donde la carga es enviada posteriormente hacia Gaza.
Esto prueba que la ayuda humanitaria no está bloqueada. Lo que sí está restringido es el ingreso directo a las costas de Gaza, algo que no es una obligación legal para Israel. El bloqueo naval, amparado en el Derecho Internacional Consuetudinario, se considera legítimo siempre que se respeten los principios de distinción, proporcionalidad y humanidad del Derecho Internacional Humanitario (DIH).
Además, el artículo 70 del Protocolo I obliga a permitir el paso rápido de ayuda en favor de la población civil, salvo excepciones justificadas de necesidad militar. Israel, al habilitar corredores terrestres y marítimos para la entrada de asistencia, cumple con ese mandato.
La flotilla de Barcelona: más espectáculo que solidaridad
La llamada “flotilla humanitaria” que pretendía desembarcar directamente en Gaza nunca tuvo una justificación jurídica. Se les ofreció, como a cualquier otro convoy, descargar su cargamento en el Puerto de Ashdod para que fuese trasladado en camiones bajo supervisión internacional. La negativa de los activistas a aceptar esta opción pone en evidencia que su objetivo no era la ayuda en sí, sino el impacto mediático y político.
En conclusión, mientras los titulares venden épica y mártires progres, lo que queda al descubierto es la utilización de un drama humano con fines propagandísticos. El derecho internacional es claro: el bloqueo naval es legal y legítimo cuando se respetan los principios humanitarios. Israel cumple con estas condiciones, habilitando corredores para la ayuda humanitaria y garantizando que los insumos lleguen a la población civil. En un contexto de guerra, donde la seguridad nacional está en juego y el contrabando de armas es una amenaza constante, Israel no solo tiene el derecho, sino la obligación de mantener el bloqueo. Defenderlo no es un capricho, es una necesidad para proteger a sus ciudadanos y preservar la estabilidad de la región.