Rusia denunció este fin de semana un ataque con drones ucranianos que provocó daños en la central nuclear de Kursk, ubicada en la región fronteriza con Ucrania. Según informó la empresa estatal Rosenergoatom, pasada la medianoche un dron fue interceptado por las defensas antiaéreas en las inmediaciones de la planta. El aparato explotó al caer, dañando un transformador auxiliar y generando un incendio que fue controlado rápidamente, sin dejar víctimas.
No obstante, como consecuencia del incidente, una de las unidades de la central debió reducir su carga al 50%, aunque las autoridades aseguraron que los niveles de radiación permanecieron estables. El hecho vuelve a encender las alarmas internacionales sobre la posibilidad de que un ataque militar desencadene un desastre nuclear de consecuencias imprevisibles, con impacto no solo en la región sino en todo el planeta.
El Ministerio de Defensa ruso reportó que, durante la misma noche, fueron derribados 95 drones ucranianos en distintas regiones del país, entre ellas Kursk. Además, la cartera de Defensa anunció avances militares en el frente, destacando la captura de la localidad de Filiya, en la región ucraniana de Dnipropetrovsk, próxima a Dachnoe, conquistada en julio.
La creciente ofensiva ucraniana en zonas sensibles como instalaciones energéticas y nucleares no solo representa un desafío militar, sino que expone al mundo a un riesgo humanitario y ambiental de escala global. Un solo impacto descontrolado en una central nuclear podría liberar radiación masiva, recordando las tragedias de Chernóbil y Fukushima.