Se suele decir que los errores son involuntarios. Sin embargo, creer que las “equivocaciones” del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP) entran en esa categoría, es como creer que Hamás es una ONG de boy scouts.
Esta vez, el SPP decidió condenar la muerte de Anas Al Sharif, presentándolo como “periodista”. El pequeño detalle es que Al Sharif no era precisamente un cronista de guerra, sino un agente de Hamás que lideraba una célula terrorista dedicada a coordinar ataques con cohetes contra civiles. Sí, civiles. Esos que no son noticia cuando no encajan en el relato.
Si el SPP realmente ignorara lo que pasa en Gaza, podríamos llamarlo error. Pero no lo ignoran. Y cuando la desinformación es deliberada, ya no es periodismo, es propaganda barata… con membrete sindical.
No es la primera vez durante este conflicto que el periodismo militante intenta vender tragedias empaquetadas. Días atrás, el diario alemán Bild y Süddeutsche Zeitung revelaron cómo otro supuesto periodista palestino, Anas Zayed Fteiha, montaba escenas dramáticas de “hambre” con niños sosteniendo ollas vacías… para luego cortar la grabación antes de que se viera la comida que sí había. AFP y dpa, ante la evidencia, dejaron de comprarle fotos.
Pero aquí, el SPP parece cómodo siguiendo el guion: indignación selectiva, omisiones útiles y un antisemitismo disfrazado de causa noble. Porque al final, como con los “errores” que se repiten demasiado, esto ya no es casualidad. Es política editorial.