El régimen chino está incorporando herramientas de inteligencia artificial (IA) de última generación para monitorear y manipular la opinión pública, lo que, según expertos, representa un salto cualitativo en sus capacidades de guerra informativa. Documentos analizados por investigadores y testimonios de actuales y exfuncionarios estadounidenses revelan que empresas especializadas en IA trabajan activamente para rastrear y moldear debates estratégicos de interés para Pekín, vigilando tanto a individuos como a tendencias globales.
Entre las tecnologías utilizadas destaca el Smart Propaganda System (GoPro), una plataforma diseñada para identificar y analizar en tiempo real discusiones públicas y argumentos individuales. Este sistema no solo detecta cambios en el clima de opinión, sino que también reconoce a los actores clave e impulsa respuestas que aparentan ser genuinas y difíciles de identificar como automatizadas. Según analistas, este tipo de propaganda algorítmica le da a China la capacidad de producir y difundir narrativas masivas en cuestión de minutos, superando sus históricas limitaciones en operaciones informativas internacionales.
Para las democracias occidentales, el avance de estas tecnologías supone un riesgo sin precedentes: mensajes cuidadosamente fabricados pueden infiltrarse en el debate público con apariencia de opinión ciudadana real, distorsionando la percepción de los hechos, polarizando sociedades y debilitando la confianza en las instituciones. La capacidad de respuesta inmediata de estos sistemas permite a Pekín reaccionar y contrarrestar narrativas adversas antes de que logren consolidarse, alterando el equilibrio de la información libre y transparente que es pilar fundamental de las sociedades democráticas.