Las imágenes que emergen desde la Franja de Gaza son un retrato escalofriante del terrorismo deshumanizante que representan Hamás y la Yihad Islámica Palestina. El pasado viernes, este último grupo difundió un video en el que aparece Rom Braslavski, uno de los rehenes israelíes secuestrados durante los ataques del 7 de octubre. La grabación fue recientemente autorizada para su difusión por la familia del joven, con el objetivo de visibilizar el horror que padecen cientos de secuestrados que aún permanecen cautivos.
En el video, Rom yace acostado en un colchón, visiblemente debilitado, deshidratado y emocionalmente devastado. Su voz quebrada transmite el padecimiento diario al que es sometido: “Me he quedado sin comida ni agua. Me daban un poco de comida, pero hoy, nada en absoluto. Solo tres piezas de falafel, eso es lo que comí hoy. Ayer apenas comí un plato de arroz”. Estas declaraciones no dejan lugar a dudas: se trata de tratos crueles e inhumanos, tipificados como crímenes de guerra según el Derecho Internacional Humanitario.
El rehén también describe que sufre un intenso dolor en el pie, que le impide caminar, y que no ha recibido asistencia médica adecuada. A lo largo del testimonio, Rom se identifica como prisionero de las Brigadas Al-Quds, el brazo armado de la Yihad Islámica Palestina, organización considerada terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea, y otros países del mundo libre.
Estas pruebas gráficas de la barbarie cometida por grupos terroristas no pueden ser relativizadas ni escondidas detrás de discursos ideológicos o justificaciones políticas. Los hechos son contundentes: Hamás y sus aliados utilizan a civiles inocentes como rehenes, los privan de alimento, atención médica y dignidad humana, mientras los exhiben como trofeos propagandísticos para sostener su retórica violenta.
La comunidad internacional tiene la obligación moral de condenar estos actos con firmeza y exigir la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes. El silencio o la ambigüedad frente a estos crímenes solo alientan a los responsables a continuar con su accionar terrorista.
No hay causa que justifique el secuestro, la tortura y el abandono de seres humanos. No hay paz posible mientras los rehenes sigan padeciendo el infierno de los túneles de Gaza.