El concepto de “ciudades de 15 minutos”, impulsado por el urbanista colombiano Carlos Moreno y respaldado por organismos multilaterales, empieza a ganar terreno en América Latina.
Próximamente, este modelo será debatido en el Congreso Internacional de Smart City que se llevará a cabo en Asunción, posicionando a Paraguay como un posible campo de ensayo de esta controvertida propuesta. Aunque en apariencia plantea una vida más cómoda —donde todo esté a 15 minutos a pie o en bicicleta—, en la práctica puede traducirse en nuevas formas de control y restricciones a las libertades individuales.
Bajo el argumento de la sostenibilidad y la eficiencia urbana, este modelo abre la puerta a la vigilancia constante, a la zonificación estricta, e incluso a restricciones de movilidad que atentan contra el derecho fundamental de circular libremente. Más allá de las buenas intenciones que sus promotores puedan esgrimir, el verdadero riesgo es que esta reorganización urbana sirva como herramienta de planificación social centralizada, disfrazada de innovación.
Paraguay, cuya población aún defiende su autonomía frente a injerencias ideológicas externas, no puede permitir que decisiones que afectan la vida cotidiana se tomen sin debate público y sin considerar las consecuencias sobre los derechos más básicos del individuo.