En medio de un escenario internacional de creciente tensión, el presidente estadounidense, Donald Trump, declaró a bordo del Air Force One que busca “un final real” a la amenaza nuclear que representa la República Islámica de Irán.
Las declaraciones se producen luego del lanzamiento de la “Operación León Ascendente” por parte del Estado de Israel, una ofensiva quirúrgica contra instalaciones nucleares iraníes que tiene por objetivo desactivar su capacidad atómica.
Aunque no detalló los medios específicos, analistas coinciden en que Trump con sus palabras sugiere una apertura a opciones más contundentes, entre ellas una acción militar preventiva para desmantelar por completo la infraestructura nuclear iraní. Este enfoque implicaría una intervención directa contra las bases subterráneas de enriquecimiento de uranio y laboratorios secretos, lo cual conllevaría riesgos de escalada regional, pero también una solución inmediata al desafío nuclear.
Otra posibilidad, menos explícita pero presente en el pensamiento estratégico de varios sectores conservadores, es apostar por un cambio de régimen en Teherán. Esto implicaría fomentar una transición hacia un gobierno más moderado y laico que abandone la lógica expansionista del actual régimen teocrático. Trump ya ha apoyado en el pasado a movimientos opositores dentro de Irán, y sus declaraciones podrían estar reactivando esa línea.
Frente a un Irán que desafía abiertamente los acuerdos internacionales y mantiene su alianza con actores como Hamás y Hezbollah, Trump propone una estrategia que, lejos de los paños tibios, busca cortar el problema de raíz.