En medio de la escalada del conflicto entre Israel e Irán, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, planteó que el asesinato del líder supremo iraní, el ayatollah Ali Khamenei, podría significar el fin de las tensiones entre ambos países.
En declaraciones a medios estadounidenses, Netanyahu afirmó que una operación de tal envergadura no intensificaría el conflicto, sino que lo terminaría. Además, responsabilizó al régimen iraní por medio siglo de inestabilidad en la región, sosteniendo que su caída podría abrir paso a una nueva etapa de paz.
Estas afirmaciones se producen en un contexto de creciente confrontación, en el que la retórica entre ambos países se ha vuelto cada vez más dura, generando preocupación internacional por una posible escalada militar.