En medio del creciente debate regional sobre los riesgos y beneficios de profundizar relaciones con China, el académico panameño y experto en derecho internacional, Alonso Illueca, ofrece una mirada crítica y fundamentada sobre los desafíos que enfrenta América Latina al vincularse comercial y políticamente con el régimen de Beijing.
En esta entrevista, Illueca analiza las experiencias fallidas de la región, los riesgos para la democracia, la soberanía y la transparencia, y propone criterios clave que países como Paraguay deberían considerar antes de avanzar en acuerdos estratégicos con potencias autoritarias.
Usted mencionó en su exposición en nuestro país que la experiencia latinoamericana al comerciar con China ha sido “mixta, para no decir negativa”. ¿Podría detallarnos algunos ejemplos concretos de esas experiencias fallidas y qué errores deberían evitarse?
Las relaciones comerciales con el gigante asiático vienen acompañadas de altos niveles de expectativas pues implica la posibilidad de acceder a un mercado de 1,400 millones de consumidores en la segunda economía del mundo. Estas expectativas – en la práctica – no tienden a traducirse en una realidad. Muchos Estados ven en su relacionamiento comercial con China el acceso a un mercado de posibilidades ilimitadas y la consecución de réditos inmediatos. Se plantea, entonces una suerte de panacea, en la cual los Estados que comercian con China esperan grandes ganancias, independientemente de las desventajas competitivas y deficiencias propias de sus respectivas industrias de exportación.
Es por ello que, en la práctica, los beneficios para los Estados que emprenden comercio con China distan de ser inmediatos. En muchas ocasiones, dicho comercio se convierte en una imposibilidad material dadas las propias deficiencias y desventajas competitivas de los exportadores que, a su vez, se terminan conjugando de forma negativa con las características inherentes al propio modelo económico chino que no favorece el libre comercio afectando a los exportadores. Esto se debe a los altos niveles de intervención estatal en China y que el sistema mismo adolece de una orientación y de prácticas de mercado. Por lo anterior, muchos Estados al referirse al comercio con China hablan de ‘falsas promesas’ y expectativas no materializadas. Ante la ausencia de estrategias claras por parte de los Estados al momento de acceder al mercado chino se crean desbalances comerciales – con más importaciones provenientes de China que exportaciones hacia China – así como esquemas de dependencia estratégica en distintos rubros clave de las economías de los Estados exportadores.
¿Cuáles son los principales riesgos para la democracia y la transparencia cuando un país como Paraguay profundiza relaciones comerciales con un régimen autoritario como el de China?
Para cualquier Estado con instituciones democráticas jóvenes y con un desarrollo incipiente pero imperfecto en materia de transparencia y derechos humanos, relacionarse a nivel comercial con un régimen autoritario es sin duda alguna algo problemático. Si ese régimen además de ser autoritario tiene pretensiones revisionistas, hegemónicas y expansionistas, el desafío es aún más complicado. Lo anterior se debe a que potencias autoritarias, hegemónicas y revisionistas como China, en la práctica, buscan explotar las deficiencias estratégicas que tienen democracias jóvenes con récords deficientes en materia de lucha contra la corrupción y reconocimiento de libertades civiles y derechos políticos. Es decir, China tiende a explotar estas deficiencias para su beneficio propio e incluso tienden a agudizarlas o acrecentarlas con el paso del tiempo.
En su visión, ¿cómo se puede blindar una política económica nacional frente a los condicionamientos o presiones políticas del Partido Comunista Chino?
La receta para hacer frente a condicionamientos y presiones políticas del Partido Comunista Chino es bastante sencilla. Si sus objetivos estratégicos buscan explotar las deficiencias estratégicas de nuestros países, la respuesta debe estar orientada a fortalecer la institucionalidad democrática mediante la adopción de estándares altos de transparencia y el reconocimiento y la plena observancia de los derechos humanos. El autoritarismo se combate con más democracia, la corrupción y la opacidad se combaten con más transparencia, y las violaciones a los derechos humanos se combaten con más derechos humanos.
¿Qué señales deberían encender las alarmas en Paraguay al momento de evaluar inversiones o acuerdos comerciales con China, especialmente en sectores estratégicos?
La primera gran alarma sería la ausencia de una estrategia comercial clara por parte de las autoridades paraguayas destinada a proteger los intereses nacionales y promover las ventajas competitivas del país. Otra señal importante sería la ausencia de una diversificación en cuanto al acceso al mega mercado asiático. A veces se tiende a analizar Asia desde una perspectiva unitaria, Asia es China. Pero en realidad existen otros mercados pujantes en Asia como lo son Indonesia, Vietnam, la República de Corea, Japón, Taiwán y Singapur que ofrecen un sinnúmero de posibilidades. Es por ello que cualquier estrategia debe potenciar la diversificación, analizando también el abanico de posibilidades que ofrecen otros mercados para su industria local, así como la confluencia en materia de valores y principios.
¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo que han enfrentado otros países de la región que priorizaron beneficios económicos inmediatos por sobre valores democráticos en sus vínculos con China?
Las consecuencias son bastante evidentes y el ejemplo más poderoso es la erosión del orden liberal interamericano liderado por la Organización de Estados Americanos. Este orden que tiene como sus principales pilares la democracia, la transparencia y los derechos humanos ha visto como en los últimos años Estados autoritarios con altos niveles de corrupción y violaciones a los derechos humanos como Venezuela y Nicaragua han optado por retirarse del mismo. Con el aval de China y Rusia, estos Estados buscan ahora erigir un orden paralelo que tiene en su centro a la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, la cual favorece un modelo más transaccional y permisivo con las autocracias, la corrupción y las violaciones a los derechos humanos. Esto no solo ha devenido en la desmejora del estatus de la OEA, sino que también ha permeado a otros organismos subregionales e incluso a otros Estados con récords mixtos en estos valores y principios, lo cual a su vez incide directamente en la capacidad de estos Estados de hacer frente a sus problemas estructurales que se encuentran ligados a su debilidad institucionalidad, la corrupción rampante y el desconocimiento de derechos y libertades fundamentales.
Desde el punto de vista del derecho internacional, ¿cuáles son las principales debilidades jurídicas de los acuerdos firmados con China y cómo pueden afectar la soberanía nacional?
Una de las grandes problemáticas vinculadas a cualquier acuerdo firmado con China es la opacidad que los envuelve. En muchas ocasiones, los acuerdos o algunas de sus cláusulas no son trasparentados. Si a esto sumamos la posibilidad que a veces se contempla de que mediante acuerdos subsecuentes se desarrolle el alcance de ciertos compromisos económicos y comerciales, y que los mismos también sean considerados secretos, se puede concluir que los desafíos que plantean en materia de estado de derecho son serios.
Otra temática sensitiva es la imposición de cláusulas o esquemas de cumplimiento que se manifiestan en la imposibilidad de la contraparte de cumplir con lo pactado, lo cual – a su vez – deviene en la imposición de sanciones por incumplimiento que afectan de forma significativa la soberanía del Estado en cuestión. Uno de los ejemplos más claros de esto es el de Sri Lanka con el Puerto de Hambantota, pues ante la imposibilidad del gobierno de saldar sus empréstitos con China se decidió entregarles el puerto por un período de 99 años a partir de 2017.
En su opinión, ¿qué tipo de alianzas internacionales deberían fortalecer países como Paraguay para evitar depender de socios que no respetan los derechos humanos ni las normas democráticas?
Por muchos años actores revisionistas como China y Rusia han llevado a cabo un esfuerzo consensuado para desprender a la democracia, a la transparencia y a los derechos humanos de su valor normativo. Tan exitosos han sido que muchos actores a nivel internacional consideran que al referirnos a estos valores y principios nos encontramos ante conceptos vacíos. La respuesta de países como Paraguay, a esta realidad, si su compromiso con la democracia, la transparencia y los derechos humanos es real debe ser formular su política exterior y estrategia internacional otorgándole una centralidad a estos valores y principios, y promover alianzas de Estados que compartan la misma convicción en el interés de continuar luchando por esa normatividad y la vigencia misma del orden internacional basado en reglas.
Las palabras de Alonso Illueca invitan a mirar con rigor estratégico el vínculo entre economía y geopolítica. En tiempos donde los capitales no solo compran bienes, sino también influencia, Paraguay debe aprender de los tropiezos regionales para no repetirlos.
El desafío no es rechazar oportunidades, sino establecer límites claros, condiciones transparentes y alianzas que no comprometan su soberanía ni sus valores democráticos. La inteligencia diplomática, más que la ideología, será clave para navegar este equilibrio.
