En el marco del ciclo de charlas “China y el comercio global: ¿riesgo u oportunidad?”, organizado por InformatePy, con el apoyo de Prodinamis y desarrollado en la sede de la Federación de Cooperativas de Producción (Fecoprod Ltda.), se llevó a cabo una entrevista exclusiva con el politólogo argentino Marcos Falcone. Ensayista e investigador del área de relaciones internacionales; Falcone expuso con claridad los riesgos estratégicos, económicos y democráticos que representa la creciente influencia de la República Popular China en América Latina. A lo largo de esta conversación, analizó los mecanismos que utiliza el Partido Comunista Chino para expandir su poder blando, así como las consecuencias que esto puede acarrear para las naciones que, en nombre del pragmatismo, deciden ignorar los valores fundamentales de la libertad y la soberanía.
¿Cómo describiría la estrategia de influencia de China comunista en América Latina en comparación con la que ejerce en otras regiones del mundo?
La estrategia del Partido Comunista Chino en América Latina se caracteriza por una combinación de diplomacia económica, cultural y política que es similar a su enfoque en otras regiones pero que está adaptada al contexto local. Generalmente establece acuerdos económicos y de infraestructura que, si bien ofrecen beneficios inmediatos, pueden generar dependencias a largo plazo. También utiliza herramientas como los Institutos Confucio para promover una imagen positiva del PCCh y a la vez hacer silencio sobre temas controvertidos como Taiwán (que China se niega a reconocer) o las violaciones a los derechos humanos en China.
¿Qué rol juegan los regímenes populistas o autoritarios de la región en la expansión de los intereses estratégicos de Pekín?
Los regímenes populistas o autoritarios en América Latina han facilitado la expansión de los intereses estratégicos de Pekín al aceptar inversiones y acuerdos que consolidan su poder interno. Hay una suerte de círculo vicioso por el cual los populismos destruyen la economía de sus países, China aparece para proporcionar financiamiento y apoyo a estos gobiernos, y entonces las cosas se ponen todavía peor. En cualquier caso, estas relaciones han permitido a China acceder a recursos y establecer proyectos estratégicos en la región.
En términos de soberanía y libertad económica, ¿qué riesgos concretos implica para los países latinoamericanos una dependencia creciente del financiamiento y comercio con China?
Los acuerdos con China a menudo carecen de transparencia y pueden incluir condiciones que favorecen desproporcionadamente a las empresas chinas; cuando China busca que se apliquen, esto casi siempre resulta en malos resultados. Pero más generalmente, la falta de diversificación cuando del otro lado hay socio autoritario es muy peligrosa: implica que hay que obedecerlo incluso cuando viola principios liberales y democráticos, y que no hacerlo lleva a un país a la ruina.
¿Cuáles son, en su opinión, los mecanismos más eficaces que puede adoptar la sociedad civil y el pensamiento liberal para contrarrestar la narrativa y el avance del Partido Comunista Chino en la región?
La sociedad civil y el pensamiento liberal pueden contrarrestar la influencia del PCCh mediante la promoción de la transparencia, la libertad académica y el debate abierto sobre las implicaciones de la presencia china. Paraguay es un país muy importante en este sentido porque todavía no está “contaminado” por las amenazas y presiones chinas oficiales a través de sus embajadas. Es esencial que quienes quieran discutir sobre libertad, valores democráticos y derechos humanos en relación a China puedan hacerlo libremente.
Muchos gobiernos ven a China como un socio “pragmático” que no impone condiciones políticas. ¿Cómo se desmonta ese relato desde una mirada liberal que defienda los derechos individuales y la transparencia institucional?
Aunque China se presenta como un socio que no impone condiciones políticas, en la práctica su influencia sí puede socavar los principios democráticos y la transparencia institucional. A mí me tocó entrevistar a una diputada de la oposición argentina cuando se firmó el convenio para la instalación de una base china en la Patagonia, y ni ella había podido acceder al acuerdo completo. Eso es un problema. Además, los acuerdos con China a menudo implican restricciones implícitas en la libertad de expresión y la censura de temas sensibles: a nadie en el Instituto Confucio se le va a ocurrir cuestionar la falta de libertad en China, los docentes vienen ya filtrados por el PCCh. Desde una perspectiva liberal, es crucial destacar estos riesgos y abogar por relaciones internacionales que respeten los derechos individuales y fortalezcan las instituciones democráticas.
Las advertencias de Marcos Falcone no son aisladas ni teóricas: reflejan una preocupación creciente entre quienes defienden la libertad y las instituciones republicanas frente al avance de regímenes autoritarios que operan con métodos silenciosos pero eficaces.
La narrativa del “socio pragmático” que no impone condiciones se cae cuando se analizan los casos concretos: censura, opacidad, dependencia y pérdida de soberanía. En tiempos donde el pragmatismo mal entendido puede hipotecar el futuro de las naciones, esta entrevista nos invita a reflexionar sobre el verdadero costo de hacer negocios con quienes no comparten nuestros valores más fundamentales.
En síntesis, las decisiones comerciales no son neutras cuando se pactan con regímenes autoritarios. Frente al avance sistemático del Partido Comunista Chino en América Latina, y especialmente en un país como Paraguay —que mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán—, es fundamental abrir el debate, promover el pensamiento crítico y defender principios republicanos que garanticen una verdadera soberanía política, económica y cultural.