La reciente postura de la Iglesia Católica en Paraguay ha generado un profundo malestar entre quienes defienden los valores tradicionales y la doctrina milenaria que esta institución ha sostenido durante siglos. El encuentro entre el activista LGBT, Hugo González, y el nuncio apostólico Monseñor Vincenzo Turturro, no solo ha sorprendido a muchos creyentes, sino que también plantea serios cuestionamientos sobre la coherencia de la Iglesia frente a sus propios principios.
Según declaró González al diario Hoy, el representante del Vaticano mostró una actitud respetuosa y abierta, en línea con el discurso público del papa Francisco. La reunión se produjo pocos días después de que el activista enviara una nota al Papa, con copia al Nuncio en Paraguay, y fuese contactado por la Nunciatura para concretar el encuentro. Monseñor Turturro expresó la necesidad de fomentar el diálogo y disminuir el rechazo hacia la comunidad LGBT.
Sin embargo, esta aparente apertura de la Iglesia hacia un discurso inclusivo choca frontalmente con los principios doctrinales que ha sostenido históricamente. Durante siglos, la Iglesia Católica ha proclamado la defensa de la familia natural, el matrimonio entre hombre y mujer y la condena de prácticas contrarias a la moral cristiana. La actitud de apertura que hoy muestra el Vaticano parece traicionar esos fundamentos que dieron sentido a su misión pastoral.
Lejos de representar una evolución genuina, esta postura parece responder a una estrategia política que busca adaptarse a los tiempos modernos, sacrificando en el camino la esencia de los valores que la propia Iglesia ha defendido desde sus inicios. A lo largo de la historia, la Iglesia Católica ha enfrentado grandes presiones sociales y políticas, pero siempre se había mantenido firme en la defensa de sus principios, aun a costa de críticas y adversidades.
Ahora, la ambigüedad del mensaje vaticano deja a los fieles en una encrucijada: ¿Se está sacrificando la verdad en pos de la aceptación social? ¿Es posible que la Iglesia, en su intento de modernización, esté olvidando la esencia de su misión evangelizadora y los pilares de su doctrina? Los creyentes más conservadores sienten que la Iglesia está traicionando su identidad al abrir la puerta a discursos que, en el fondo, atentan contra los valores esenciales del cristianismo.
En este contexto, resulta urgente que los líderes eclesiásticos brinden explicaciones claras sobre el rumbo que están tomando y definan si están dispuestos a sacrificar la coherencia doctrinal en favor de la aceptación social. Los fieles merecen respuestas contundentes sobre el compromiso real de la Iglesia con sus principios fundacionales y la fidelidad a su misión espiritual en tiempos de profunda confusión ideológica.