La senadora Celeste Amarilla ha vuelto a generar polémica tras su reacción a la intención de la bancada de Honor Colorado en el Senado de pedir una sanción en su contra. El motivo de la medida es su reciente calificación de su colega, Toni Barrios, como «portero del quincho». Lejos de retractarse o disculparse, la legisladora redobló la apuesta y calificó a Barrios como “perro cartista”.
“Que hagan lo que quieran finalmente”, afirmó Amarilla al ser consultada sobre la posible sanción en su contra. Además, en tono desafiante, agregó: “Es una mariconada de Barrios, que se defienda cada uno como pueda y dejen de llorar por los pasillos”. La senadora también extendió sus críticas al Ministerio Público, acusando al fiscal general del Estado, Emiliano Rolón, de actuar bajo intereses políticos.
“Lo que están haciendo es un atropello al Estado de Derecho con un fiscal que es otro perro cartista”, declaró Amarilla en alusión al caso de supuestas filtraciones en el que están involucrados varios exministros de Mario Abdo. La senadora criticó duramente la actuación del fiscal general, afirmando que “Rolón es peor que Sandra Quiñónez, que al menos tenía la dignidad de venir y balbucear alguna explicación. Este ni siquiera viene, otro perro cartista”.
En otro tramo de su intervención, Amarilla dejó en claro que no teme a una eventual sanción. “¿Qué miedo? Que sea hombre caramba, si él tiene su oficina en lo de Cartes. Es un perro cartista, porque le ladra a Cartes, le lame el pie, porque come los restos que Cartes le tira”, afirmó.
Finalmente, la senadora lamentó la acusación presentada por el Ministerio Público y aseguró que Emiliano Rolón ya no solo es una desilusión, sino que se confirma que “no hay que ilusionarse con él”. “Se confirma que tiene precio y hoy está al servicio de quien le paga, ya sea con dinero o con favores. Esto viene de Cartes”, concluyó Amarilla, en referencia al expresidente Horacio Cartes, a quien acusa de manejar el aparato judicial a su conveniencia.
No es la primera vez que Amarilla recurre a este tipo de insultos para desacreditar a sus adversarios, mostrando un nivel de agresión que poco aporta al fortalecimiento institucional del país que tanto dice pretender. En lugar de fomentar un debate serio sobre los problemas nacionales, estas actitudes solo contribuyen a la banalización de la política y a la erosión del respeto entre quienes se presentan como líderes de la nación.