En una apuesta firme por el futuro de Hungría, el primer ministro Viktor Orbán anunció una exención fiscal de por vida para todas las madres que tengan dos hijos o más. Esta medida, parte de un paquete de incentivos familiares, busca fortalecer a las familias húngaras sin recurrir a la inmigración masiva, una estrategia alineada con la defensa de la identidad y la soberanía nacional.
A partir de octubre de 2025, las madres con tres hijos quedarán exentas del impuesto sobre la renta, y desde enero de 2026, la medida se extenderá a quienes tengan dos hijos. Además, el gobierno limitará al 5% las tasas de interés de los préstamos hipotecarios desde abril de 2025, reduciendo la carga financiera de las familias y facilitando el acceso a la vivienda.
Estas políticas refuerzan una visión clara: una nación fuerte se construye con familias sólidas. En los últimos años, Hungría ha implementado incentivos como préstamos sin intereses para parejas jóvenes, subsidios de vivienda y bonificaciones por cada nuevo hijo. Estas medidas han permitido que el país resista la crisis de natalidad que afecta a gran parte de Europa.
La exención fiscal no solo representa un alivio económico inmediato, sino que también envía un mensaje contundente: Hungría valora y apoya a las madres y reconoce su papel central en la sociedad. Mientras otros países optan por soluciones basadas en la inmigración para contrarrestar el envejecimiento poblacional, Orbán apuesta por una solución interna, fortaleciendo los lazos familiares y promoviendo el crecimiento natural de la población.
En un mundo donde la crisis demográfica es una amenaza latente, la visión de Hungría ofrece una alternativa basada en la defensa de los valores tradicionales y el respaldo a las familias. La medida de Orbán no solo es audaz, sino necesaria: invertir en la natalidad es invertir en el futuro de la nación.